Cada día canta mejor. Una frase que define al zorzal criollo a la perfección. En La Viola repasamos algunos de sus tangos que quedaron inmortalizados con su voz.El 24 de junio de 1935, en un accidente aéreo en Medellín, Colombia, moría Carlos Gardel. Cerca de las 15 hs, el avión trimotor Ford matrícula F-31 de la empresa Servicio Aéreo Colombiano (SACO), desvió su rumbo en el despegue y chocó contra otra aeronave que pertenecía a la empresa Sociedad Colombo Alemana de Transportes Aéreos (Scadta) que esperaba su turno de partida.
En total murieron 17 personas. Junto a Carlos Gardel estaban Guillermo Barbieri, Alfredo Le Pera, José Corpas Moreno, Alfonso Azzaf, Angel Domingo Riverol, Ernesto Samper Mendoza, el radiooperador Willis Foster, Celedonio Palacios (empresario chileno) y Henry Swartz (promotor de espectáculos). Assaf y Riverol fueron atendidos pero murieron días después. Sobrevivieron su guitarrista José María Aguilar, su secretario e intérprete de inglés, el catalán José Plaja, y un jefe de tráfico de la empresa Saco, Grant Flynn.
El cantante había estado de gira por Colombia con mucho éxito, con 13 presentaciones por distintas ciudades y presentaciones en radios.
Existen varias hipótesis sobre el lugar de nacimiento del cantante. Mientras en la Argentina se defiende la versión de que el cantante nació en Toulouse (Francia) en 1890 y llegó a Buenos Aires con su madre, Marie Bertè Gardés, en 1893. En Uruguay se sostiene que Gardel nació en Tacuarembó, (400 km al norte de Montevideo) en una fecha de la que no se tiene precisión (entre 1883-1884) como fruto de un amor prohibido.
Para los franceses, la figura del tango nació en Toulouse, el 11 de diciembre de 1890. Todos coinciden que vivió su infancia en Buenos Aires y se nacionalizó argentino en 1923.
En La Viola, a 85 años de su muerte, recordamos algunos de sus tangos donde inmortalizó su voz. Cada día canta mejor.
«Mi Buenos Aires querido»
Es uno de sus tangos más famosos y reconocidos en el mundo. Con su fantástica voz, Gardel describe el recuerdo de la ciudad que lo vio triunfar. El cantante la compuso en 1934, junto al letrista Alfredo Le Pera y formó parte de la película Cuesta abajo, dirigida por el francés Louis J. Gasnier, y filmada por Paramount, en los estudios Kaufman Astoria.
«Desde Nueva York, le cantó a una Buenos Aires que no quería olvidar, tal vez porque un regreso definitivo era improbable. Había una distancia real, física entre Gardel y su público originario. Quien había sabido ser, no sin superar obstáculos, un francés acriollado, se convirtió en un argentino americanizado», describió Sergio Pujol en su libro Canciones Argentina.
«Mi Buenos Aires querido. Cuando yo te vuelva a ver. No habrá más penas ni olvido», concluye el tema. Toda una declaración.
«Por una cabeza»
La dupla Gardel-Lepera la compuso en 1935, en Nueva York, para la última película del cantante Tango Bar. Gardel era un experto en temas hípicos. Su letra hace referencia a a las carreras de caballos y al fanatismo por las apuestas..
«Por una cabeza» es una expresión que se usa en las carreras y que representa cuando un caballo gana de modo ajustado.
Distintas figuras de la música, de diferentes estilos, grabaron esta canción. Luis Miguel, Andrea Bocelli, Il Divo, Andrés Calamaro, Los Pericos y Diego El Cigala, fueron algunos de los tantos que incluyeron este tema en sus repertorios.
«Yira yira»
En el cortometraje que lleva el mismo nombre que este tango, dirigido por Eduardo Morera, hay un dialogo entre el autor de la canción y Gardel que reproducimos a continuación:
Gardel: «Enrique cómo te va. Decime, que has querido hacer con el tango Yira Yira»,
Discepolo: «Es una canción de soledad y desesperanza»
Gardel: «Así lo he comprendido yo»
Discepolo: «Por eso lo cantas de una manera admirable»
Gardel: «Pero el personaje es un hombre bueno, verdad»
Discepolo: «Es un hombre que ha vivido la bella esperanza de la fraternidad durante 40 años y de pronto, un día, a los 40 se desayuna que los hombres son una fieras»
Gardel: «Pero dice cosas amargas»
Discepolo: «Carlos, no pretenderás que diga cosas divertidas un hombre que esperó 40 años para desayunarse».
«Cuando la suerte qu’es grela, fayando y fayando te largue para’o. Cuando estés bien en la vía. Sin rumbo, desespera’o. Cuando no tengas ni fe. Ni yerba de ayer. Secándose al sol», canta Garlos Gardel en este reconocido tango de Enrique Santos Discepolo.
«La interpretación es tan exacta y directa, tan poderosa, su enunciación, tan sin rodeos ni adornos innecesarios, que podemos imaginar la felicidad que seguramente sintió Discepolo al escucharla. En esta tango, de pocos y contundentes vocablos lunfardos, la maldad del mundo se despliega al nivel de la calle», sostuvo Pujol.
«Verás que todo es mentira. Verás que nada es amor. Que al mundo nada le importa. Yira, yira», reflexiona el estribillo de esta canción que tuvo una gran cantidad de versiones, llegando a otros géneros como el rock, en la voz de Javier Calamoro o Los Piojos.
«Volver»
Otra vez la pluma de Alfredo Le Pera. Instalado en Nueva York, en 1934, el autor trabajó al lado del cantante y se hizo cargo de los temas de sus películas. Entre 1932 y 1935, el compositor y el cantante le dieron vida a importantes canciones.
«‘Volver’ trata de la nostalgia, contraponiendo a la mordacidad del que descree de los mundos ideales. Ahí hay una disputa interna, la propia canción se debate entre sentimientos antitéticos…Volver es el reverso de ‘Mi Buenos Aires querido’. Si en este tango el regreso es un sueño, en Volver puede ser una pesadilla», describió Sergio Pujol.}
«El día que me quieras»
Una canción que no pierde vigencia a lo largo del tiempo y que despierta suspiros cada vez que suena. Inmortalizada por Gardel tuvo una gran cantidad de versiones que van desde Julio Iglesias a Luis Miguel.
La canción -compuesta por Gardel y Le Pera- le dio nombre a una película protagonizada por el zorzal criollo y dirigida por el austríaco John Reinhardt. Fue la tercera de la series de films que el cantante filmó el cantante para Paramount en los estudios Kaufman Astoria. Fue coprotagonizada por Rosita Moreno y Tito Lusiardo. Se estrenó pocos días después de la muerte del artista.
Entre 1931 y 1932 Gardel filmó cuatro (Luces de Buenos Aires, Espérame, La casa es seria y Melodía de arrabal) con la empresa estadounidense Paramount en sus estudios europeos ubicados en Francia. Los films lo convirtieron en una estrella internacional.
A fines de 1933, el cantante viajó por primera vez a Estados Unidos, donde cantó con gran éxito por la NBC de Nueva York, acompañado por la orquesta de la radio dirigida por Hugo Mariani y teniendo como arreglador al músico argentino Terig Tucci, radicado hacía años en Estados Unidos.
En «El día que me quieras» tuvo una pequeña participación un pequeño Astor Piazzolla, que por aquellos días estaba radicado junto a su familia en los Estados Unidos.
«Bajo Belgrano»
«Cada semana, el grito tuyo que viene al centro. ‘Programa y montas para mañana!’ las ilusiones prendiendo va. Y en el delirio de los domingos, todos reunidos frente a la cancha, gritando el nombre de tus cien pingos, los veinte barrios de la ciudad!», describe Carlos Gardel en este tango compuesto por Francisco García Jiménez y Anselmo Aieta.
Según el autor Norberto Chab, en su libro 100 Tangos con su historia, esta canción nació en 1926, a instancias de un concurso de tangos que organizaba Mauricio Godard, de la empresa Max Glücksmann, concesionario del sello odeón. La letra habla de peones que quieren salir de pobres gracias a su pingo querido.
«Mi noche triste»
Un tango compuesto por Samuel Castriota que inicialmente era instrumental y que llevaba por nombre «Lita». Al tiempo, Pascual Contursi se encargó de ponerle letra. «Percanta que me amuraste» fue el nombre que eligió. Finalmente al ser incluido en el sainete Los dientes del perro se le dio el nombre definitivo.
Está considerado como el primer tango canción que describe la historia de un hombre abandonado por una mujer. Según describe Norberto Chab, cuando Castriota se enteró de las modificaciones se enojó. No quería que su tango llevara letra.
Tampoco le gustó que Contursi le pusiera como título «Percanta que me amuraste». Gardel termino como mediador entre ambos.
«Mano a mano»
La canción está inspirada en la historia de Fernando Nunziata, un cantor que sufrió en carne propia el abandono de su mujer. Triste y enfermo de tuberculosis se alejó de los escenarios. Celedonio Flores, quien escribió los versos, se la llevó a Gardel para que le ponga música. Ya habían trabajado juntos en el tango «Margot». José Razzano también participó de la música.
«Rechiflao en mi tristeza, te evoco y veo que has sido en mi pobre vida paria sólo una buena mujer», canta el zorzal en la primera estrofa. El tango, compuesto en 1920 ,fue grabado por primera vez por Gardel tres años después para el sello Odeón.
Nunziata terminó sus días internado en un hospital de Córdoba, especializado en pacientes con enfermedades pulmonares. Murió en 1926.
«A media luz»
«Corrientes 348, segundo piso, ascensor. No hay porteros ni vecinos, adentro cocktel de amor. Pisito que puso Maple, piano, estera y velador. Un teléfono que contesta, una fonola que llora. Viejos tangos de mi flor y un gato de porcelana pa que no maulle el amor», describe Gardel en la primera estrofa. Una dirección que quedó marcada a fuego en la historia. En ella había un local de lustrar zapatos.
El tema nació instrumental en los años en que su autor Edgardo Donano vivía en Montevideo. Carlos César Lenzi fue el encargado de ponerle la letra. El morocho la grabó con las guitarras de José Ricardo y Guillermo Barbieri, en 1926.
En la letra aparece el nombre Maple, que era una conocida mueblería de origen británico ubicada en el centro porteño y que funcionó entre 1850 y 1982. La palabra «cocó»es un lunfardismo de «cocaína», cuya venta en aquellos días era legal. «Juncal 1224», «que telefonéa sin cesar», es un número de teléfono donde era usual indicar con un nombre la característica.
«¡Leguizamo solo!»
La historia cuenta que el italiano Modesto Papávero, un pianista, compositor y director de orquesta, pisó por primera vez el Hipódromo de Palermo, el 15 de junio de 1925. Con curiosidad apostó por Rebenque, el caballo que montaba un joven uruguayo Irineo Leguizamo. Su instinto no falló y el animal llegó en primer lugar.
Papávero, de 25 años, notó que la tribuna gritaba «¡Leguizamo solo!» como festejo. Al regresar al teatro escribió la letra de un tirón. Al estrenarla se sorprendió que el público presente también repitió la frase que había escuchado en el hipódromo y que le daba título al tango.
Hay versiones de este tango grabadas por Carlos Gardel acompañado por el guitarrista José Ricardo para el sello Odeon en Barcelona, en diciembre de 1925, y en Buenos Aires en 1927 acompañado por el guitarrista Guillermo Barbieri además de Ricardo.