Tiene fibrosis quística, una enfermedad degenerativa, genética y hereditaria. Conocé su historia.
Sabrina Monteverde tiene 22 años y vive en Córdoba junto a sus papás y un hermano mayor. Se recibió de Técnica en Diseño Multimedial y le encanta bailar, sacar fotos, realizar actividad física y pasar tiempo con sus amigos.
Al primer mes de vida, le detectaron fibrosis quística (FQ), una enfermedad genética y hereditaria. A partir de ahí, debió realizarse numerosos tratamientos y chequeos médicos para tener una mejor calidad de vida. “Mis días empiezan muy temprano, con tres nebulizaciones y una sesión de fisioterapia. Después, una importante ingesta calórica en el desayuno y ejercicio físico”, relata a Con Bienestar Sabrina.
Antes de la cuarentena, contaba con dos fisioterapeutas que iban a su casa para realizar las sesiones diarias. Ahora, hace todo por videollamada. “Por mi condición, entreno bastante y antes de irme a dormir tengo que volverme a nebulizar durante una hora y media. También debo tomar suplementos dietarios y enzimas, unas pastillas para digerir bien la comida”, cuenta.
“Cuando estuve internada, mi familia junto con mis amigas fueron mi apoyo. Incluso, hubo días en que ellas se internaron enteramente conmigo, son de oro”, agrega Sabri.
Sobre la fibrosis quística
Es una enfermedad de evolución crónica que no tiene cura y se caracteriza por afectar al sistema digestivo y a los pulmones. Los tratamientos pueden retrasar el deterioro irreversible que esta afección produce.
Los síntomas pueden variar pero usualmente incluyen tos, reiteradas infecciones pulmonares, imposibilidad de subir de peso e insuficiencia pancreática severa.
En la actualidad, no cuenta con la correcta provisión de pastillas para realizar su tratamiento y tuvo que recurrir a un proceso judicial. El fármaco que precisa se denomina “Trikafta”, frena el deterioro de la enfermedad. Se trata de una droga aprobada en Estados Unidos y otros países del mundo, pero no en la Argentina. “Cuando le presenté la receta a la obra social, su fundamento fue que no se podían hacer cargo de la medicación porque no estaba aprobada por la ANMAT», dijo.
Sabrina aún espera una respuesta para poder continuar de forma adecuada con el tratamiento. “Siempre fui muy consciente de mi enfermedad porque puede ser que mañana esté o no. Lo pienso cada día”, dice Sabri y agrega: “Si tengo la posibilidad de vivir y poder mejorar mi calidad de vida quiero hacerlo. Soy una persona, una paciente queriendo cumplir metas, sueños y objetivos”.
Fuente: TN