En este día en el que el símbolo contra el racismo cumpliría años, la activista Sandra Chagas nos recuerda que Argentina sigue siendo un país racista y en esta nota te contamos por qué.
El 15 de enero de 1929 nacía en Atlanta una figura icónica para la lucha antirracista y los derechos civiles en Estados Unidos y el mundo. Desde Argentina, su legado y el de tantas otras referencias continúa más firme que nunca.
A los 26 años, la llama revolucionaria se encendía en el cuerpo de Martin Luther King con el arresto emblemático de Rosa Parks el 1º de diciembre de 1955 por negarse a dar el asiento a un hombre blanco en la ciudad de Montgomery. El consecuente boicot a los autobuses, promovido por King, culminó 382 días después, cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos declaró ilegal la segregación racial en lugares públicos. Desde allí, su lucha no cesaría.
Su paso por el mundo fue reconocido a nivel mundial, incluso ganó el Premio Nobel de la Paz a los tan sólo 35 años -siendo hasta ese momento la persona más joven en recibirlo- y nos dejó una lucha cristalizada en su carta desde la cárcel de Birmingham (con frases como «la injusticia en cualquier parte es una amenaza para la justicia en todas partes») y su apasionante discurso «I have a dream» que marcó un hito en la lucha antirracista y de los derechos civiles y es considerado uno de los mejores de la historia.
El avasallamiento de sus ideas fue frenado en seco el 4 de abril de 1968, cuando el segregacionista James Earl Ray lo asesinó de un disparo, aunque su muerte es leída por muchxs como el objetivo planificado de una conspiración. Sin embargo, su lucha, lejos de terminar en ese momento, continúa vigente no sólo en los Estados Unidos, sino también combatiendo al racismo «de más acá».
«Sé que los líderes no han escapado al odio que genera que ciertas comunidades amplíen sus derechos, su salida de los lugares más horrendos», dice sobre King Sandra Chagas, negra candombera, feminista y defensora de los derechos de lxs afrodescendientes.
Para ella, es importante reconocer que en Argentina -como en otros países- el racismo continúa vigente y lucha por visibilizarlo y desnaturalizarlo. Lo hace a partir de la lucha colectiva, activando desde Matamba LBTIQ y la Columna Antirracista: Negras, Indígenas, Racializadas, Lesbianas, Trans, Travestis, No binaries, Gordx.
En Argentina, este año hubo un hito para la lucha antirracista: la Corte Interamericana de Derechos Humanos reconoció por primera vez en un fallo histórico la responsabilidad del Estado argentino en la muerte de José Delfín Acosta Martínez, un joven afrodescendiente y militante por los Derechos de los Negros. Su caso habla de discriminación racial, arresto arbitrario, torturas y muerte: fue detenido el 5 de abril de 1996 en aplicación de un «edicto de ebriedad» al querer evitar la detención ilegal de un ciudadano afrobrasilero y murió bajo custodia policial al recibir golpes por efectivos que «actuaron movidos por un perfil racial», según el informe.
«Esta publicación es para que la sociedad se pueda enterar y se sensibilice con lo que representa el racismo sistémico, estructural e institucional porque justamente las fuerzas de seguridad son del Estado y por eso el Estado es responsable de la muerte de José Delfín», explica la activista Chagas en diálogo con Filo.news. Y agrega: «Su hermano y su mamá también son víctimas y son parte de este racismo y del padecimiento porque hubo persecuciones, impedimientos y amenazas para llegar a esta justicia, la cual vemos parcial porque los cómplices, los encubridores y los asesinos no están presos«.
Además, precisó sobre las otras muertes que ocurrieron en el país y también hablan de una motivación racista. «Hablo de José, pero también puedo hablar de Marcelina Meneses, quien fue una mujer que fue tirada de un tren y por eso el Día de la Mujer Migrante; puedo hablar también de Fernando Báez Sosa, un chico que fue golpeado por diez personas hasta quitarle la vida por negro; Facundo Astudillo, que yendo de Bahía Blanca a otra ciudad su cuerpo apareció asesinado; puedo pensar también en un Rafael Nahuel, también asesinado. No estamos hablando específicamente de personas negras, pero sí estamos hablando de personas racializadas».
Sobre estas muertes, Sandra agrega que «no se habla de racismo, no está tomado como parte del contexto en que fueron asesinadas estas personas».
Este último mes también comenzó a difundirse los mensajes racistas y nazis que recibió una mujer brasilera, estudiante de la Universidad Abierta Interamericana (UAI) de la ciudad de Rosario. «Resulta increíble pensar que en pleno siglo XXI tenemos que volver a estos temas», dice una publicación del Bloque Antirracista de Rosario sobre este caso.
Los mensajes fueron sistemáticos y provenían de la cuenta «nazisotravez@gmail.com». Entre las frases violentas y amenazas se encontraba: «Conocés el Río Paraná? No? Avisá a tu familia porque no deberías estar vivo».
«Esa violencia que tiene que ver con todas esas connotaciones de racismo y de xenofobia no pueden quedar invisibilizadas, sin una respuesta, sin saber de dónde vienen y quiénes están detrás de eso», remarca Sandra Chagas.
Otro ámbito en el que se expresa el rechazo y/u odio racial en nuestro país es en la población migrante senegalesa. «En Argentina se vive y se palpita el racismo en las miradas, en las formas, en la naturalización constante. Cuando vemos por ejemplo en el día de hoy [ayer] en el barrio de Flores a los compañeros y compañeras manteros que lo único que quieren es trabajar y lo hacen con la ropa colgada de sus propios cuerpos porque no pueden poner la ropa en el piso. Eso también es parte de la violencia racista: la policía los persigue constantemente«.
Chagas analiza el origen de estas violencias: «Esa exageración, ese odio al que no es como una: al otre. Hay una exagerada manifestación de bronca, algo latente, que realmente hay que atender urgentemente: hay que poner énfasis en lo que significa el racismo y su naturalización».
Además, sobre esto, agrega: «Tenemos leyes. Podemos hablar de derechos humanos, culturales, espirituales, territoriales. Sin embargo, lo que tiene que ver con los cambios culturales, los cambios dentro de la sociedad son mucho más lentos y el Estado debe acompañar. Hay que trabajar fuerte en educación, en la cultura. Las leyes existen, pero de ahí a que la sociedad se abrace a la ley y quiera esa modificación, para eso falta y es algo lento».
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En este día en que Martin Luther King cumpliría 92 años, recordamos el activismo que sigue presente, las reivindicaciones que faltan por cumplir y lo que dieron históricamente las y los referentes de la lucha antirracista.
«Mi referencia siempre ha sido mi madre que la tuvo que luchar, hacer los trabajos más horrendos que había, una mujer trabajadora cien por ciento, y que nos mantuvo como pudo a mi hermano y a mí», concluye Sandra.
Fuente: Filonews