Violencia psicológica: cuando tu mente se transforma en una pesadilla

La Joaqui anunció que se retiraba de los escenarios hasta nuevo aviso por estrés traumático y en los medios se llenó de notas sobre la importancia de la salud mental. El fin de semana pasado Rocio González fue asesinada por su compañero de trabajo de siete disparos luego de haberlo denunciado por violencia psicológica.

¿Qué tienen estos dos casos en común?

El lugar que ocupa la salúd mental en nuestra vida es vasto pero tiene poco espacio en lo social. La violencia psicológica es una de las violencias más difíciles de detectar y por ese motivo es de las más peligrosas. Para tratar de entender de qué se trata, charlé con la Licenciada Claudia Guissi Ferreira, psicoanalista y especialista en violencia de género.

Subestimación y errores de un Estado ausente

Rocío había realizado dos denuncias en una fiscalía especializada en violencia de género porque su compañero de trabajo la molestaba y la amenazaba. Como se minimizó el hecho, las denuncias sucedieron en el fuero civil y no penal.

“Si bien el Ministerio de Seguridad cuenta con un sistema único de registro de denuncias por violencia de género y tiene un protocolo de actuación policial muy minucioso en donde se sugiere a quien toma la denuncia mantener escucha activa a la víctima, no dar consejos personales, no minimizar el riesgo y dar tiempo a la víctima para que elabore la denuncia, cuando sucede la denuncia, tienen muchísima más importancia las dolencias físicas, las evidencias en el cuerpo, que la violencia psicológica generada”, sostiene la especialista.

La situación es compleja, el mundo minimiza aún las heridas psíquicas que puede dejarnos alguna situación traumática o algún vínculo. “Es lícito pensar que aquello que no se puede ver ni medir, es minimizado. Las secuelas psicológicas de la violencia son heridas silenciosas vividas en privado, no dejan evidencias en el cuerpo y por lo tanto son reducidas a un relato de disconformidad. No solamente son minimizadas por la justicia, sino también por el contexto social”, afirma.

En el año 2021 Joaquinha Lerena De La Riva (La Joaqui) realizó una charla TED en la que cuenta cómo fue salir de un vínculo violento que casi termina con su vida. En ella relata de forma clara modos y símbolos de la violencia psicológica y cómo todo eso fue, de a poco y con pequeños gestos, quebrándole la psiquis.

«Por cómo nos educa la sociedad, no nos enseñan a cómo reaccionar, accionar o reconocer un patrón de violencia hasta que la vivimos. La verdad es que si yo hubiera sabido estas cosas antes no hubieran pasado, prefiero que hablemos en concreto: reconocer patrones de violencia es posible, evitar que esa violencia crezca, es posible y salir de esa violencia también, aunque suene un poco imposible, es posible«, relata la cantante de RKT.

La crítica, ese cartucho invisible

Una de las características de este tipo de agresiones es el sigilo con el que actúa. La complejidad parte de las dificultades a la hora de detectarla. “Esta clase de violencia es inclusive menospreciada por la propia víctima al principio, puesto que muchos comentarios pueden ser tomados al principio como consejos, sugerencias, formas u opiniones que puede dar quien violenta a la víctima”, explica la especialista.

Comentarios que parecen inocentes pero que se encuentran plagados de preguntas o cuestionamientos, el menosprecio por la vida o actividades, la queja constante o la marca del error, son parte de una construcción violenta que corroe de forma casi impercetible. “Para las personas que hemos sido criadas como feminidades, las críticas constantes las amenazas, los comentarios hirientes no solamente forman parte de la vida cotidiana, sino que además y bajo la lógica del amor romántico forman parte de la trama vincular de las mujeres o por lo pronto la mayor parte de las mujeres que son las que además llevan adelante la mayor cantidad de denuncias por violencia de género”, sostiene Ferreira.

Que estas cuestiones no puedan verse hace a la problemática mucho más compleja. “La violencia psicológica no cuenta con marcas en el cuerpo y por lo tanto son lesiones emocionales que la víctima vive en silencio. Aquí radica la importancia en el relato de la víctima y tenemos una dificultad porque quien aloja la denuncia o quien escucha este tipo de violencias debe otorgarle el valor de veracidad a su relato y muchas veces el prejuicio o la desconfianza juegan en contra”, agrega.

Cuando ni vos misma te creés

Otro de los problemas a la hora de hablar de violencia psicológica es nuestra propia mente. Vivimos en sociedad y nuestras acciones están mediadas por la otredad. Cuando el castigo o la crítica avanzan en nuestro vínculo como herramientas naturalizadas, volver atrás es complejo. “En la mayoría de los casos, la violencia psicológica se presenta como condición a la violencia física, como portal de acceso, el autoestima de la víctima está completamente aplastado, la confianza en sí misma ha desaparecido e incluso la credibilidad de los dichos y de lo acontecido empiezan a ponerse en tela de juicio por la propia víctima y por lo tanto se siente responsable”, indica Ferreira.

Si bien las alarmas son sutiles, existen. “Una pauta de alarma a tener en cuenta es la vergüenza a contar lo que nos han dicho, una puede tener pudor de contar los relatos privados de una pareja a amigos, amigas y familiares, pero esta sensación de que uno no puede decir nada de lo vivido, nada de los dichos que se nos dicen, los consejos que nos dan, es para tener en cuenta”, sostiene.

Las modificaciones de nuestra vida cotidiana pueden ser una alerta también. “Creo que la inhibición es uno de los puntos, sentirnos inhibidas de lo que antes nos parecía común, normal, nuestra forma de vestir, de hablar, dejar de hacer cosas que antes hacíamos, a veces con el total convencimiento que es una medida de cuidado que pretende el otro sobre nuestros cuerpos o sobre nuestras formas tanto en presencia del agresor incluso en ausencia de este”, relata.

Cómo salir del laberinto

Ésta problemática es multifactorial pero tiene varios componentes que son protagonistas. Para la especialista, el amor romántico y el contexto privado en el que las mujeres aún culturalmente están atadas, son lugares peligrosos: “El amor sin ninguna cláusula, sin ninguna protección o límite nos vuelve absolutamente maleables a la hora de relaciones manipuladoras y el contexto histórico/social que amarra a las feminidades al ámbito privado y de cuidado, nos expone a la violencia psicológica”.

La culpa y el pudor son de los sentimientos más comunes en este tipo de vínculos y lo ideal, según Ferreira, es conseguir romper con el silencio como primera medida. Como segunda, intentar conseguir autonomía económica. “El primer paso puede ser el decir, el contar y hacer público lo que se pretende privado y formar un relato de aquello que es una herida silenciosa y solitaria. Por otro lado sugiero que la mujer que está siendo violentada psicológicamente conserve soberanía financiera, muchas veces las mujeres se encuentran en una lógica cautiva por no poder tener autonomía económica y medios que le puedan asegurar y garantizar la salida de ese vínculo”.

Respecto a romper el silencio, las condiciones nunca serán las ideales pero aún así intentarlo es importante: “Enunciar y romper el pacto de silencio con el agresor y poder contarle a alguien allegado, a un familiar, a un amigo de confianza, una amiga de confianza, la violencia a la que está siendo sometida. No será sinvergüenza porque la vergüenza es emergente del propio hostigamiento, tampoco será sin miedo porque el miedo es producto de las amenazas, entonces con vergüenza, con miedo, con pudor, poder hacer público aquello que estás viviendo en silencio de manera privada es una posible salida”, finaliza.

Fuente: filo.news