Los acusados del crimen de Lucas González, cada vez más acorralados

El juicio por el crimen del futbolista Lucas González entrará esta semana en su recta final. Tras el cierre de la etapa probatoria, comenzarán los pedidos de pena y la querella ya adelantó que considera probado el homicidio agravado en el barrio de Barracas en 2021 por parte de tres integrantes de la Brigada N°6 de la Comuna N°4, Gabriel Isassi, Fabián López y Juan José Nieva, en calidad de coautores.

Si el Tribunal Oral en lo Criminal N°25 también lo entiende así en la sentencia que, en principio, se espera para dentro de un mes, los tres se enfrentarían a una pena de perpetua. En los alegatos de las defensas de los otros once imputados por encubrimiento se verá cómo reconfiguran sus estrategias tras la declaración del principal Héctor Cuevas, que marcó a Isassi y al subcomisario Roberto Inca como responsables de plantar el arma de juguete en el auto de Lucas.

El homicidio

Once audiencias pasaron desde que el 16 de marzo, el juez Hugo Navarro, presidente del tribunal, dio inicio al debate que busca determinar las responsabilidades en torno al crimen del chico de 17 años, el intento de asesinato de sus tres amigos, sus detenciones ilegales y el encubrimiento montado para intentar instalar la versión del «enfrentamiento armado». Aunque la falsedad de esa versión ya estaba clara en la instrucción de la causa, la etapa probatoria del juicio ratificó que los disparos partieron de un solo lado.

Los peritos confirmaron durante el debate que los chicos no dispararon, mientras que los dermotest de los agentes dieron positivos y los tres reconocieron haber gatillado cuando les tomaron las muestras, así como lo hicieron en sus declaraciones durante la instrucción. La auxiliar superior de Balística de la Federal, Yanina Riquelme, precisó también que la Surán de los chicos tenía tres impactos de bala: «Uno en el parabrisas, de adelante hacia atrás, y uno en la ventanilla trasera, de atrás hacia adelante. El tercer impacto es de un rebote en el guardabarros trasero, que es de atrás hacia adelante», detalló.

El forense Alejandro Rullan Corna, que hizo la autopsia del cuerpo de Lucas, explicó en el juicio que la bala entró por la frente, por encima del ojo derecho, y que se disparó «de adelante hacia atrás, de derecha a izquierda y de arriba hacia abajo». La trayectoria coincidiría con el impacto del lado derecho del parabrisas, lo que sustenta lo expresado en el inicio de su alegato por el abogado de la querella, Gregorio Dalbón, quien señaló que se trató de «fusilamiento» y que a Lucas «le tiraron mirándolo a los ojos«.

La mecánica de disparos descripta por Riquelme le permitió a Dalbón alegar que, al disparar, uno de los agentes «salió adelante del auto, el otro se fue atrás y el otro los corrió«, por lo que, más allá de que no se pudo establecer de qué arma partió la bala mortal, la querella considera a los tres como coautores del homicidio agravado por alevosía, por premeditación, por haber sido cometido por fuerzas de seguridad y por odio racial, una imputación que prevé la prisión perpetua. El abogado precisará sus pedidos de pena el próximo martes, mientras que el alegato del fiscal Guillermo Pérez de la Fuente se espera recién para el jueves 22 de junio.

La previa del crimen

En cuanto a los instantes previos al asesinato, las imágenes de las cámaras y los testimonios de los chicos sobrevivientes van en un mismo sentido. Julián, Joaquín y Niven, que declararon como querellantes en el juicio, contaron que al salir de entrenar pararon a comprar un jugo en Iriarte y Luna, barrio de Barracas, y que al reiniciar la marcha por Iriarte, llegando a Vélez Sarsfield, un auto sin identificación comenzó a encerrarlos. «Me encierra el auto y se bajan con un arma y creo que me van a robar; empiezan a disparar, lo que hago es volantear y subirme a un cordón«, contó Julián, que manejaba la Surán.

Sobre el momento de los disparos es clave el testimonio de Nicolas Conell Farrell, único testigo presencial del hecho sin vínculo con las partes, que refirió que escuchó «entre siete y nueve» balazos, que todos provenían del Nissan de la brigada y que en todo momento pensó que era un robo. También dijo que no escuchó sirenas ni voces de alto, tal como habían dicho los chicos. El comisario Gustavo Gauna, jefe de Homicidios de la Federal al momento del crimen y encargado de articular la secuencia de cámaras, aseguró que, a su entender, «el personal policial no corría riesgo de vida como para accionar sus armas».

Ese testimonio impactó en la estrategia de los imputados por el homicidio agravado, que en sus declaraciones coincidieron en asegurar que actuaron en «legitima defensa». En la etapa de instrucción habían señalado que dispararon para «repeler» una embestida de la Surán. En esa dirección se orientaron algunos planteos de la defensa durante el juicio, como los pedidos de ampliación de peritajes accidentológicos para intentar probar que Nieva, conductor del Nissan, fue embestido por el auto. Ese pedido fue rechazado por el tribunal.

El encubrimiento

La versión del inspector Cuevas vino a ponerle nombres y apellidos a un hecho que el fiscal de instrucción, Leonel Gómez Barbella, ya había considerado probado: que los agentes plantaron un arma de juguete dentro del auto de los chicos para intentar instalar la versión del enfrentamiento. De los imputados, Isassi e Inca fueron los señalados por Cuevas, quien afirmó que vio a Isassi poner el arma en la parte trasera del auto, luego de que Inca, subcomisario de brigadas, le dijera «andá a poner eso«. También apuntó contra un oficial que no estaba imputado, Facundo «Cachorro» Torres, como el agente que transportó a Isassi hasta la escena del encubrimiento. Según la versión de Cuevas, después del crimen escuchó rumores de que Torres incluso se jactaba de haber aportado el arma de juguete que guardaba en su comisaría.

A la palabra de Cuevas la sostienen algunos elementos: el geoposicionamiento de la moto de Torres que ubica recorridos entre las escenas del crimen y la comisaría, cámaras de seguridad que lo muestran transportando a Isassi en Barracas por esas horas, y las conversaciones extraídas del celular del propio Cuevas en las que, la misma noche del crimen, antes de ser detenido, cuenta a otros oficiales que vio cómo plantaban el arma. Torres fue detenido tras la declaración de Cuevas y reconoció haber trasladado a Isassi, aunque aseguró que fueron a la comisaría en busca de cinta para perimetrar.

Cuevas tiene un elemento en contra: su rastro odorífero fue el único de los extraídos a los 14 imputados que los canes de la Federal detectaron en el peritaje realizado al arma de juguete. Por su parte, Dalbón dijo en su alegato que cree en la versión del principal ya que pone las conversaciones peritadas por encima del rastro odorífero: «¿Cómo iba a saber que lo estaban escuchando?«, se preguntó el abogado sobre esas comunicaciones.

La declaración de Cuevas empujó a Inca a ampliar su indagatoria. Además de negar la acusación, el subcomisario de brigadas dijo en la jornada del jueves que el principal «no puede justificar por qué un test de canes sólo le dio positivo a él«. También aseguró que «el que llegó primero fue Cuevas», que «se tiene que responsabilizar del perímetro» y que él se abocó sólo a realizar la consulta judicial ya que «confiaba en la seguridad del personal que llegó primero, que es la comisaría«. Los 14 agentes imputados se dividen entre personal de brigadas y de comisarías con siete defensas diferentes. Además de Isassi, López, Nieva e Inca, por las brigadas aparece imputado su comisario, Juan Romero. En el caso de las comisarías están imputados comisarios, subcomisarios y oficiales de calle de la 4D de Barracas. De la 4A de Parque Patricios sólo está acusado Rodolfo Ozán, el primer comisario en llegar al lugar.

«Enfrentamiento armado»

Ozán también declaró el jueves y dijo que fue a la escena al escuchar la modulación de «enfrentamiento armado» porque «cualquier policía que se digne va a ir en apoyo de otro policía«. También subrayó que nadie le pidió que se hiciera cargo del operativo porque «soy de otra jurisdicción y sólo concurrí en apoyo«. Señaló a Inca y Romero como los jefes de la brigada y remarcó que el vehículo de Isassi, López y Nieva «corresponde a esa división«. La responsabilidad del operativo posterior a la balacera será, seguramente, una de las claves de las estrategias de las defensas en sus alegatos, que aún no tienen fecha definida.

 

Para la querella, según planteó Dalbón, «todos son culpables«. La prueba principal en la que se basa es la llamada en la que aparecen mencionados comisarios de todas las divisiones. Allí Ozán le avisa al comisario Fabián Du Santos, de la 4D, que le dijo a Inca «que vaya y busquen lo que tengan que buscar para justificar esto» y le recomienda que le pida al «Perro» Romero que vaya al lugar «para emprolijar esta cagada«. También menciona que llamará a Daniel Santana, comisario inspector a cargo de toda la comuna. En la audiencia del jueves, Ozán reiteró que esas palabras pertenecen a la «jerga policial» y que sufrió una interpretación «totalmente tendenciosa y dada vuelta«.

Fuente: página12