Alfonsina Storni, la escritora que puso en jaque los roles de género

Con una pluma tan veloz como su inteligencia, la cronista y poeta desafió al sentido común de su época de manera astuta e irónica. En esta nota, investigadoras explican por qué hoy su relectura continúa siendo de vital importancia.

Conocida como «la poeta del amor» y enunciada muchas veces desde su muerte y de forma dramática, la vida de Alfonsina Storni contempló esto y bastante más. En un contexto donde Argentina protagonizaba un proceso de modernización, varios de los aspectos de su vida no fueron experiencias aisladas para la época pero sí lo fue su visión aguda sobre los roles asignados al hombre y a la mujer.

En esta nota nos adentramos en el universo de ideas que desarrolló Storni sobre temas vastos: los estereotipos de género; las mujeres que trabajan; la libertad sexual; el feminismo; y el amor, entre otros. Tanto desde la poesía como desde la prosa ensayística o la crónica periodística, la escritora puso el acento en críticas que permanecen vigentes y merecen su relectura.

Graciela Queirolo es investigadora, doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires y co-autora, junto a Mariela Méndez y Alicia Slomone, de tres compilaciones de crónicas y ensayos de Alfonsina Storni. La última de ellas, Urbanas y modernas. Crónicas periodísticas de Alfonsina Storni se publicó en 2019 por la editorial española, Barlin Libros.

Tantos años de investigación, que encuentra su inicio hacia fines del siglo pasado, mantienen en ella el entusiasmo y el interés por seguir leyendo a la escritora. «Creo que tiene un montón de cosas de su época, es una experiencia que uno la puede encontrar en otras mujeres contemporáneas. Pero lo excepcional de ella es que tiene la lucidez y la herramienta de la escritura para desarmar todo ese mundo y ponerlo por escrito», introdujo Queirolo, en diálogo con Filo.news.

Nacida el 29 de mayo de 1892 en Sala Capriasca, Suiza, y pronto venida a la provincia de San Juan en Argentina, Alfonsina Storni perteneció a una familia que tuvo un momento de muy buen pasar económico con la venta de cevezas llamadas «Cerveza Los Alpes, de Storni y Cía», pero que, producto del fracaso de distintos proyectos de negocio, se empobreció. Tras la muerte del padre, Alfonso Storni, la madre de la muchacha de apenas 14 años, Paulina Martignoni, quedó a cargo de una familia numerosa, con cuatro hijxs y pobre.

En este contexto, Alfonsina comenzó a trabajar desde temprana edad y lo siguió haciendo en distintos rubros a lo largo de toda su vida: el trabajo manual en las fábricas, el administrativo en el escritorio, la docencia, la escritura y el periodismo.

Para entender el lugar desde el que escribió y transitó su vida, un poco de historia: desde fines del siglo XIX y hasta principios del 1900, las relaciones sociales de producción capitalista se expandieron en buena parte de Argentina, en especial en la ciudad de Buenos Aires. Era un momento donde los mercados de trabajo estaban creciendo y comenzaron a demandar mano de obra femenina, principalmente por ser barata. En este sentido, las mujeres tuvieron una experiencia asalariada totalmente diferente a la de los varones y los registros estadísticos no las contemplaron.

«Es un mundo que promete inclusión, pero esa inclusión no ahorra subordinaciones ni inequidades», aclara Quierolo.

Las mujeres y el trabajo es un tema al que Storni volvió continuamente y lo hizo inscribiendo su pensamiento sobre él de una forma que por lo general fue a partir de la ironía y la parodia. El lugar desde el que escribió fue pensando al trabajo como una salida emancipadora para la mujer al brindarle autonomía social y económica.

En el poema «La loba» que aparece en su primer libro, La inquietud del rosal (1917), Alfonsina dio cuenta de la importancia que tenía para ella el valerse por sí misma.

Yo soy como la loba, ando sola y me río

Del rebaño. El sustento me lo gano y es mío

Dondequiera que sea, que yo tengo una mano

ue sabe trabajar y un cerebro que es sano.

En Urbanas y modernas… las autoras precisan: «su gran denuncia es la crítica de la división sexual del trabajo que propone el contrato matrimonial heterosexual a partir del encasillamiento en el binarismo esposa-madre-ama de casa / varón proveedor».

El proceso de modernización en Argentina dio lugar, a su vez, a la «ideología de la domesticidad» o «ideología de las esferas separadas«, es decir, la idea a partir de la cual se asignan papeles e identidades a varones, por un lado, y a mujeres, por otro. En esta ideología, el rol vinculado a la mujer fue el de la maternidad y su espacio de desenvolvimiento, el privado, a cargo de los trabajos domésticos. En este marco, Alfonsina vio en el trabajo un escape al rol y la identidad asociados a la mujer.

Además de escribir poesía, Storni se destacó como escritora de crónicas y ensayos en distintos medios y revistas como Caras y Caretas, Nosotros, La Nota y La Nación, entre otros. En estos dos últimos estuvo a cargo de las secciones femeninas: «Feminidades», luego «Vida femenina», en La Nota; y «Bocetos femeninos», en La Nación, donde firmaba bajo un enunciador masculino llamado Tao Lao.

En estas columnas, Alfonsina puso su atención en la observación de las mujeres trabajadoras y desarrolló sus críticas más duras hacia los estereotipos de género vigentes. De esta forma evidenció, a través de la ironía, la ficción y la parodia, el mecanismo patriarcal de asimilar a la mujer-sujeto con la mujer-objeto, según lo explica la investigadora y doctora en Ciencias Sociales, Tania Diz, en «La ironía como disruptor de los roles sexo-genéricos en ‘Bocetos femeninos’ de Alfonsina Storni» (2003).

Siguiendo esta línea, en textos como «Las manicuras», «Las profesoras», «Acuarelistas de pincel menor» o «La perfecta dactilógrafa», Storni -devenida en Tao Lao- pone en evidencia lo que se espera de cada género. En esta última, por ejemplo, enumera instrucciones para fabricar a una dactilógrafa perfecta:

«Píntesele discretamente los ojos.

Oxigénesele el cabello.

Púlasele las uñas.

Córtesele un trajecito a la moda, bien corto.

Comprímasele el estómago.

Endurézcasele considerablemente los dedos anular y meñique.

Salpíquesela copiosamente de mala ortografía.

Póngasele un pájaro dentro de la cabeza (si es azul, mejor).

Envíesele durante dos o tres meses a una academia comercial. (Hasta de cinco pesos por mes).

Téngasela pendiente de avisos comerciales durante uno, dos o tres años.

Empléesela por poca cosa.»

«Lo que Storni está haciendo es desarmar el género: está cuestionando el determinismo biológico a través de la palabra», sintetiza Queirolo a Filo.news.

Por otro lado, Alfonsina también tiene conocimiento de que el trabajo para las mujeres es en condiciones distintas y peores a las de los hombres. «Ella está en estos dilemas de una inclusión que sabe que es en subordinación, pero es una experiencia interesante y distinta a la de la carrera matrimonial», dice sobre ella la doctora en Historia.

La poeta y cronista fue madre soltera a partir del nacimiento de Alejandro, su hijo, en abril de 1912. Esta condición estaba lejos de ser aceptada en su época y fue, seguramente, una experiencia más de intensidad que marcó su vida y la llevó a integrar los movimientos de mujeres.

Alfonsina tiene crónicas dedicadas al divorcio, a la reforma del Código Civil y también en las que se pronuncia sobre los derechos políticos de las mujeres. Sin embargo, en este sentido, Storni coloca su atención especialmente en la reivindicación por los derechos civiles dado que en ese momento, el Código de 1869 impedía la libertad de movimiento social a las mujeres y no permitía pensarlas por fuera de la familia paterna o de la familia conformada con un marido, entre otras cosas.

Simulacro de voto femenino en 1920, encabezado por Elvira Rawson y Julieta Lanteri, del cual Alfonsina Storni escribió una crónica.

Al feminismo, Storni lo va a definir como «una transformación colectiva» y «el ejercicio del pensamiento de la mujer». La poeta «no se autoproclama feminista, pero sí es cercana a todos estos movimientos de mujeres que señalan la inequidad, la desigualdad y la opresión», detalla Queirolo. Esta cuestión se puede ver, a su vez, en sus ideas sobre el matrimonio.

Si bien, como explica Delfina Muschietti en la introducción de la Antología poética de Alfonsina Storni, abundan los poemas en donde la artista describía a una mujer en una situación de clara sumisión al hombre:

Yo seré a tu lado silencio, silencio,

Perfume, perfume, no sabré pensar,

No tendré palabras, no tendré deseos,

Sólo sabré amar.

«Oye…», en Irremediablemente (1919).

También «defiende el matrimonio como una relación entre sujetos con igualdad de derechos y deberes, y rechaza la oposición binaria según la cual las mujeres participan en el contrato matrimonial en calidad de objetos intercambiados», según sostiene Queirolo en «Una modernidad femenina: las crónicas de Alfonsina Storni» (2007).

Por último, no se puede dejar de mencionar cómo la escritora puso en jaque a los estereotipos de género al hablar abiertamente sobre el deseo y la sexualidad desde su posición de mujer. Algunos de los ejemplos son el fruto «del amor sin ley» en «La loba» y el «te amé media hora, / No me pidas más», en «Hombre pequeñito».

Así, Alfonsina «poco a poco desata las ligaduras de un ritual, de un género, el poema de amor, que se había convertido en cárcel y campo de exclusión estética para las mujeres escritoras», explica Muschietti. De esta forma, vuelve al género un «campo de lucha y transformación».

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«Aprende una cosa, lo que menos sabes, / Aprende a gozar», dice Alfonsina en su poema «Incurable» (1919), y obliga a recordar que hasta el día de hoy, el goce, es uno de los motores de la lucha actual del movimiento de mujeres.

«Es increible la vigencia producto de la capacidad para establecer el diagnóstico de lo que es la condición femenina en esa primera mitad del siglo XX», remarca Graciela Queirolo, y concluye: «Muchas cosas cambiaron, pero hay muchas otras que han permanecido. Volver a visitarla vale la pena una y otra vez«.

 

Fuente: Filonews