¿Por qué todo lo que saca Taylor Swift se convierte en un boom que no podes dejar de tararear? ¿Es un don natural? ¿Es casualidad y suerte? Te lo explicamos en esta nota con un video que lo resume y con mucho más detalles del fenómeno.
Te pueden gustar más sus canciones viejas muy al estilo country o puede que banques más sus temas actuales que, con frecuencia, cuentan innumerables historias de amor y desencuentros; pero sin dudas, Taylor Swift llegó a convertirse en una de las caras más relevantes de la última década del pop.
Ahora, ¿por qué todo lo que saca la aclamada compositora estadounidense se convierte en un boom que no podes dejar de tararear?, ¿es un don natural?, ¿es casualidad y suerte? Claro que no, es ciencia y acá te contamos cómo es posible que nazca una estrella.
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Según un estudio sobre «gusanos de oído» (también conocido como síndrome de la canción pegada) dirigido por la profesora de psicología de la Universidad de Bucknell, Andrea R. Halpern, se trata de fragmentos muy cortos de canciones que, una vez que están en tu cabeza, suenan y suenan hasta el hartazgo.
Pensemos en éxitos como «Bad Blood», o las melodías centrales de «Style» y «Out of the Woods»: todas consisten en solo un puñado de notas («Out of the Woods» es, literalmente, una nota). Sus coros, por otra parte, consisten en una sola frase melódica que se repite varias veces y luego, en el eco final, la forma de la frase cambia ligeramente, lo suficiente para darle una sensación de conclusión. Entonces el ciclo comienza de nuevo.
Por otro lado, sus melodías son tan fuertes que los instrumentales quedan opacados, se pueden cantar independientemente de que suene o no la música de fondo, una cualidad que comparten los cánticos más contagiosos de los cultos de las iglesias. ¿O todavía no te encontrás cada tanto repitiendo ese coro pegadizo que escuchabas en misa?
Como si esto no fuera suficiente, un estudio de 2011 que utilizó escáneres de resonancia magnética funcional mostró que nuestro apego emocional con una pieza musical está estrechamente relacionado con nuestra familiaridad con ella, y tiene sentido entonces que la repetición conduzca a una mayor familiaridad.
En otro estudio, también basado en imágenes de resonancia magnética funcional, los investigadores pusieron espacios de silencios en canciones familiares y encontraron que los participantes del mismo llenaban involuntariamente esos espacios al «cantar» la canción en sus mentes, proporcionando una base neuronal para la «naturaleza» de los gusanos de oido y sugiriendo que nuestros sistemas de memoria del cerebro tienen un papel importante que desempeñar en ello.
También sugirió que los músicos y las personas con tendencias compulsivas podrían verse más afectados, tal vez porque sus cerebros tienen más probabilidades de repetir frases musicales.
En definitiva, se trata de un apetito por algo que nunca podrá saciarse por completo. Musicalmente hablando, el cerebro puede repetir continuamente fragmentos de canciones como una forma de tratar de eliminar ese «picor».
Pero he aquí la solución: las investigaciones muestran que el equivalente musical a «rascarse esa picazón» es escuchar la canción completa, así que subí el volumen y prepará tu garganta para cantar Shake It Off de principio a fin.
Fuente: Filonews