Se publicaron los resultados del estudio con plasma de convalecientes en una revista científica internacional y el director del equipo de inevstigación, Fernando Polack, propuso a los vacunados como posibles donantes.
Amediados de noviembre, el infectólogo y pediatra Fernando Polack anunciaba, en una conferencia de prensa junto a Fundación Infant, que el estudio del plasma de convalecientes en su capacidad para disminuir la progesión de los pacientes leves con Covid-19 a enfermedad severa mostraba una eficacia del 61%.
Ahora, los resultados fueron publicados en la revista científica The New England Journal of Medicine. La relevancia del estudio radica en que, hasta el momento, no había certezas de que esa porción líquida que queda después de que se hayan removido los glóbulos rojos, las plaquetas y otros componentes celulares de la sangre funcionara. Esta es «la primera evidencia en el mundo de un tratamiento universal, accesible y seguro que puede salvar vidas».
Otros estudios con plasma o bien lo habían administrado demasiado tarde, con la enfermedad ya avanzada, o bien no habían incluido un grupo de control (es decir, el conjunto de personas que recibe placebo) para poder comparar los resultados.
Durante el desarrollo de esta investigación en cambio, la mitad de los 160 pacientes recibió plasma y la mitad placebo, y se observó que entre los pacientes con plasma se enfermó el 11% mientras que en los pacientes con placebo se enfermó el 29%; en otras palabras, 1 de cada 3 personas que recibieron placebo, se enfermó, contra 1 de cada 9 entre los que recibieron plasma.
«Es decir que el plasma, cuando se administró en los primeros tres días de síntomas leves, tuvo un 60% de eficacia en disminuir la progesión de los pacientes leves a tener enfermedad severa, interrumpió la enfermedad», afirmó Polack en su momento.
Esto gracias a que las personas que superaron la enfermedad generaron anticuerpos: células del sistema inmune que circulan en la sangre y reconocen, entre otros patógenos, a los virus; neutralizándolos y ofreciendo protección en el caso que, en un futuro, volvamos a contactar con el mismo patógeno. Los mismos anticuerpos que produce el cuerpo cuando nos vacunamos para prevenir una enfermedad.
«El mayor desafío es tener un banco de plasma suficiente«, sostiene Polack, que propone otra fuente de donaciones al margen de las personas que ya han superado la Covid-19. «Los vacunados son unos privilegiados. Son personas que acceden a una inmunidad de hasta un 95% de eficacia. Han recibido algo que la mayoría no hemos recibido. Un acto solidario por su parte sería proveer plasma para las personas que puedan enfermar gravemente en el futuro. Un vacunado que dona un día 750 mililitros permite tres tratamientos para tres ancianos«.
Fuente: Filonews