Dejarse las canas, ¿la nueva revolución feminista?

Durante la cuarentena muchas mujeres decidieron no teñirse más y «la moda» de dejar al pelo crecer sin productos es exponencial. ¿Qué pasa con las canas? ¿Por qué es tan difícil aceptar el paso del tiempo? En esta nota algunas respuestas de un tema que parece una tontera pero, de tontera, nada.

as brujas clásicas de los estudios de Disney ponen en escena un enfrentamiento generacional entre viejas brujas y jóvenes bellas, haciendo descansar el valor de una mujer en su fertilidad y juventud y nunca en su sabiduría», Kristen J. Sollee, Witches, Sluts, Feminist. 

La vejez es el paso del tiempo y eso, aunque nos quieran hacer creer lo contrario, es inevitable. En un sistema en el que la productividad es protagonista, la vejez preocupa e incomoda a todes, no sólo a las mujeres, pero como siempre para nosotras es más difícil, esta nota.

Hay muchas aristas en este tema porque envejecer es algo que preocupa desde siempre. La finitud se reafirma en cada arruga y en cada pelo blanco y de esa idea insoportable, nadie se escapa. Pero ese paso del tiempo no se ve igual en la cabeza de un varón que en el de una feminidad. Lo que para unos queda sexy, para otras se transforma en una desgracia.

Para hablar de canas y mujeres voy a recurrir a la figura más arrugada, desagradable y desalmada de nuestros cuentos infantiles: las brujas. Es que sí, si pensamos en una mujer canosa, lo primero que se nos viene a la mente es este personaje. Porque las canas no traen otra cosa que angustia en nuestra vida, además de verrugas en la nariz y mucha soledad.

Algunas cosas antes de arrancar este artículo que habla sólo de lo expuesto pero que podría ser más un tema de tesis que una nota periodística. Partimos de las brujas porque es la figura más clara para abordar este tema. Nada más alejado de la fertilidad que una bruja. De hecho, en los cuentos, aunque hoy se sabe que fueron sabias y nuestras primeras médicas, ellas eran quienes se comían a les niñes.

Si pensamos en el rol que ocupan (¿ocupaban?) las mujeres en esta sociedad, poner el foco en la fertilidad es una de las claves para entender qué hizo con nosotras la famosa historia del hombre. La idea de que la mujer canosa y la bruja sean lo mismo, tiene mil aristas pero eso en común. Si sos mujer, vieja y no tenés pareja, agradecé vivir en esta época porque hace mil años te hubieran prendido fuego en la hoguera a vos y a tus tres hermosos gatitos.

Y si bien la lectura de la mujer en la historia fluctuó mucho, hay características naturalizadas que, si profundizamos dos centímetros, se desarman en instantes por falta de argumentos.

¿Por qué nos cuesta tanto vernos viejas? ¿Qué se juega cuando la primera cana asoma? ¿Por qué las mujeres canosas no son sexys pero los varones si? ¿Por qué teñirse de blanco es cool pero las canas no? ¿Te teñís por vos o por el resto? Para tratar de responder todas estas preguntas, Filo.News habló con la licenciada Carolina Anabella, psicóloga, especialista en adultez y creadora de la cuenta @senes.PersonasMayores, con la actriz Cecilia Dopaso y con Gimena de @cowachas.

Cuestión de olas

El miedo a envejecer como herencia de la caza de brujas
El miedo a envejecer como herencia de la caza de brujas

Los movimientos feministas llegaron al debate mainstream para cuestionarlo todo. Y cuando decimos todo, hablamos también de los «pequeños» detalles: desde quién paga la cena y lava los platos hasta los estándares de belleza que cumplir.

Esta cuarta y nueva ola de mujeres y feminidades que revisan e intentan ampliar derechos y mejorar su calidad de vida llegó, entre otras cosas, para debatir «la belleza femenina». Y si bien la gordura es una de las materias, la vejez pica en punta. Si queremos que nos quieran, no podemos ser, en primera instancia, ni gordas y ni viejas.

«Vivimos en un mundo patriarcal, llevamos arrastradas siglos en una situación de subordinación donde somos la otredad, o sea, el ser humano como concepto es un hombre blanco, heterosexual y todo lo demás queda al margen. Si a esto le sumamos que las mujeres dejamos de reproducir, dejamos de ser la reproducción de la producción de la sociedad con la llegada de la menopausia, estamos en problemas. Es otra la discriminación que padecemos», explica Anabella.

Sí. La reproducción es clave. Con la llegada de las canas llega ese aviso tan dramático y terrible: te queda poco tiempo para procrear. Tic- ta- tic- tac. El famoso reloj biológico al que tanto le tememos incluso quienes no queremos ser madres. Es en ese momento en el que está claro que tu capacidad de producción vale cada vez menos y son, las canas, un aviso visible.

«Cuando pensamos en Richard Gere o  en Mick Jagger con pelo blanco, por supuesto que estas cosas no se nos cruzan por la cabeza. Esto tiene que ver con la cultura patriarcal y cómo se extienden estos modelos de la juventud a esta etapa longeva de nuestras vidas. Cómo se comienzan a replicar estereotipos que no dan la posibilidad, fundamentalmente a las mujeres, de vivir sus cuerpos de otras maneras, no siempre atados a representaciones sociales como la belleza y la delgadez. Y asociar luego la vejez, la etapa con la etapa improductiva, con la improductividad, la decrepitud, la dejadez y todos esos adjetivos que son mayoritariamente relacionados con las mujeres», indica la especialista en vejez.

«El feminismo empezó a hacernos despertar en tantos sentidos que de pronto nos encontramos preguntándonos: ¿por qué me tiño? Creo que la pregunta no solo es válida, sino también necesaria y saludable», sostiene la influencer y agrega: «Creo que es una tendencia de época, que marca el pulso de nuestro despertar, que es el fiel reflejo de todas las batallas que venimos dando y ganando. Creo que así como hay micromachismos, también hay pequeñas batallas que suman y que son parte del desafío total».

La cuarentena, la puerta

Cecilia Dopazo, actriz.
Cecilia Dopazo, actriz.

El 2020 fue un año difícil, tal vez el más complejo de nuestra historia contemporanea y la rutina de toda la humanidad se modificó al rededor de la ASPO y la DISPO. Si bien esta secuencia continúa siendo una tragedia para millones de personas, hay quienes aprovecharon para animarse a hacer cosas que jamás se hubieran animado sin coronavirus mediante.

Flequilos, rapadas completas y canas. Esas tres opciones giraron y giran al rededor de la cabeza de muchísimas feminidades que, al verse encerradas y sin contacto con el afuera, le dieron rienda suelta a sus deseos más incómodos.

Dejarse de teñir fue una de las consecuencias de la pandemia. Cientos de miles decidieron que, al no tener que salir, no había razones para comprar tintura y tapar todo eso que en realidad existe pero que negamos. ¿Lo negamos por nosotras o por el entorno? Bueno, que éste fenómeno crezca durante el aislamiento nos da una pauta.

«Yo hace casi treinta años que venía sintiéndome obligada, absolutamente obligada a ir a teñirme. Era una situación de opresión y de obligación que yo sentía que no tenia salida. Y como cualquier cosa que a uno lo angustia mucho y no tiene salida, digamos, la estaba pasando muy pero muy mal», cuenta la actriz Cecilia Dopazo que fue una de las tantas mujeres que decidió dejar de teñirse.

«Cada diez días tenía que ir a la peluquería a luchar contra algo que ya era imposible. Entonces, a partir de la cuarentena, el hecho de no poder ir a la peluquería a tener que quedarme en casa me impulsó a darme el permiso de dejar de teñirme y fue la mejor decisión, por lo menos hasta ahora», sostiene la actriz.

Por su parte, Anabella sostiene: «No tomamos a las canas como algo natural y podríamos pensarlo tranquilamente. Esto tiene que ver con un comercio que quiere vendernos productos para que nuestro propio cuerpo lo vivamos con vergüenza y con culpa, ¿eh? No creo que sea casual que durante la cuarentena muchas mujeres se hayan encontrado con que están buenas las canas».

Pongámonos en contexto. Hace cien años la mujeres no votábamos, no podíamos estudiar una carrera y el casamiento era la única forma de avanzar socialmente. La mayoría de las feminidades se quedaban en casa, resolvían las tareas del hogar y el cuidado y si tenían suerte hacían alguna que otra actividad como bordar o tejer.

La clave era que un hombre se fije en vos para poder salvarte. Entonces, en ese escenario, la apariencia era clave y ser vieja, para el temita de la procreación, muy poco tentador. El varón, en cambio, no tiene ni reljo biológico ni tiempo de ir a la peluquería porque estaba muy ocupado con horarios fijos de trabajo en la oficina.

Así se manejaba la sociedad hace setenta años, sí, pero las cosas cambiaron. Hoy 6 de cada 10 mujeres, además del trabajo no remunerado que realizan en sus hogares, trabajan afuera. El tema es que los cambios sociales tardan en verse reflejados en, por ejemplo, los consumos, la publicidad o la cultura mainstream en general, entonces esa obligación a estar coquetas aún nos persigue.

Una mujer canosa está vinculada socialmente a la dejadez, porque, ¿cómo puede ser que teniendo el tiempo no solucione lo que está visible y buscamos tapar? Bueno, hoy por hoy el tiempo no lo tenemos y si nos queda un resto podemos elegir qué hacer con el. En definitiva lo que sucede cuando dejás de teñirte es lo inevitable y el color gris en las raíces, ¿tan grave?

«Creo que el único que puede ‘capitalizar’ el tiempo es el varón, considero que el cabello blanco o plateado por las canas es en sí mismo hermoso, cualquiera sea el género, cualquiera sea la edad, siempre que podemos verlo como lo que es: un color de cabello, sin los prejuicios que consigna la sociedad actual. Las canas pueden embellecer e iluminar el rostro de todes, pero es algo admisible solo para los varones», reflexiona Gimena.

«Me parece que la idea es empezar a entender que estos colores, el blanco y el gris, son un color más. Y que si llegamos a ser grandes, es el color que tiene la gente mayor en general. Pero también hay gente de 25 que tiene canas. O sea, para mí hay que dejar esos prejuicios de lado y empezar a abrir la cabeza», sostiene Dopazo.

¿Sabían ustedes que el movimiento feminista de mujeres mayores se autodenomina «plateadas»? Ya que la percepción y el significado de los colores es absolutamente cultural, ¿no cambia así la perspectiva de nuestro pelo? ¿imaginarlo plateado como una sirena? Ahre.

Animarse, lo más difícil

«El pelo es todo. Desearíamos que no, entonces muchas veces pensamos en otra cosa, pero sí, lo es. Es la diferencia entre un buen día y un mal día, es un símbolo de poder, es un símbolo de fertilidad, algunas personas hasta son explotadas para pagar sus maldito alquiler. El pelo es todo, Antony». Este fragmento de la serie Fleabag resume de forma contundente qué significa el pelo para las feminidades en este mundo.

Y si bien socialmente parece «una pavada», cuando una mujer decide no teñirse más, las miradas incómodas y los juzgamientos aparecen. Entonces, ¿cuán pavada es? Ese proceso es el más complicado porque las canas se ven pero también se ve lo que quedó de tintura. La paciencia ante la mirada ajena y la propia es el paso necesario pero más dificultoso.

«Mi consejo es que empiece a mirarse en otros espejos, a seguir por ejemplo hashtags de mujeres canosas como #grombre quizá pueda empezar a verse en otras mujeres que han elegido este proceso de aceptación y de cambio. Algunas mujeres eligimos el contraste del cabello canoso con el teñido, otras se decoloran para matizar justamente ese contraste y otras simplemente no se hallan en esta modalidad y siguen tiñiéndose, y eso también es válido. Tampoco es un todo o nada, también muchas mujeres dejan crecer sus canas y tiñen de colores fantasía sus medios y puntas. Todo vale», aconseja Gimena.

¿Y si me quiero teñir igual?

La pregunta es la típica, porque ahora resulta que lo que parecía una liberación es una obligación y si no dejás fluír tus canas sos una mala feminista. Y lo cierto es que no, la idea de los movimientos feministas es que tengamos más opciones a la hora de decidir sobre nuestro propio cuerpo y nuestro propio destino, no menos.

La vejez es la etapa más longeva de nuestra vida y está bueno saber que si nos cansamos de teñirnos, no hacerlo también es una posibilidad. Una posibilidad que hace tan sólo 50 años no teníamos y que hoy podemos comenzar a visibilizar. Para quienes no quieren teñirse más y también para quienes sí desean hacerlo.

«Hablamos de feminización de la vejez porque las mujeres vivimos aproximadamente entre 7 y 8 años más que los varones. Esto también es importante tenerlo en cuenta, tenemos que tomar conciencia de la importancia de haber llegado a viejas y todas las experiencias de vida que eso significa. Está bueno enaltecer esa virtud», indica Anabella.

La ambiguedad y confusión también juegan y para Cecilia Dopazo la decisión de dejarse las canas puede cambiar cuando ella lo decida: «Yo no me quiero enbanderar con el tema. A veces también tengo contradicción con darle mucha entidad. Además porque no sé cuánto tiempo voy a querer estar así o si es algún momento me voy a querer volver a teñir. El tema justamente es la libertad, la libertad de poder decidirlo yo. Hace 30 años no sentí esa libertad. No había elección. También me parece que no hay que dar mucha explicación al respecto. Lo que pasa es que inevitablemente llama la atención porque es transgredir. Es un acto de rebeldía para los cánones de belleza», sostiene Dopazo quien tuvo que dar varias notas al respecto a muchos medios.

«Creo que lo que estamos empezando a descubrir como sociedad es que podemos elegir. En mi caso, como mujer. O sea, mira qué obviedad te estoy diciendo. Antes, si quería encajar, no podía elegir. Hoy sí», finaliza la actriz.

Es ahí en donde está la clave. La ampliación de derechos no significa obligaciones sino más opciones a la hora de transitar nuestra vida. Ni buena ni mala feminista, nacimos en un mundo que nos contó realidades que hoy no existen y tratamos de convivir en un paradigma nuevo con costumbres viejas. Las contradicciones son parte y los pelos teñidos, también.

«Así como es importante respetar a una mujer que decide dejarse las canas, también es importante respetar a una mujer que decide teñirse. No podemos simplemente decirle a esa mujer para la que toda la vida teñirse significó cuidarse y embellecerse: dale, dejá de teñirte, ¡ahora! Respetemos los procesos, la evolución y el camino de esas mujeres, hablemos con ellas, es importante escucharlas, esperarlas, transmitirles que es su pelo y que con su pelo pueden hacer lo que se les cante. No se trata solo de acercarles palabras más o menos ‘empoderadas’, sino también de ser respetuosas y pacientes con su andar. Eso también es feminista y profundamente revolucionario», finaliza la influencer.

Fuente: Filonews