Así lo señalan los números de un proyecto de la FAUBA, el ‘Bolsón Soberano’, que comercializa frutas, hortalizas y productos de almacén cooperativos a domicilio. En 2020 se llegaron a vender más de 900 bolsones por mes.
Ante las restricciones a la circulación, un número creciente de personas optaron por comprar productos de forma virtual y pedir que se los envíen a sus domicilios. Esta situación también se dio en el rubro de los alimentos. Durante la pandemia por el Covid, el Bolsón Soberano, un proyecto de extensión de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Agronomía de la UBA (CaLiSA-FAUBA) duplicó la cantidad de bolsones de verduras frescas que entrega en cada hogar de forma semanal, aumentó la cantidad de clientes e incorporó una gran diversidad de productos agroecológicos y de cooperativas alimentarias. Los integrantes de la iniciativa buscan nuevas estrategias para alcanzar a más personas y ampliar la oferta de alimentos.
“El Bolsón Soberano es un proyecto que comercializa de forma alternativa bolsones de entre 5 y 7 kilos de verduras frescas producidas por familias horticultoras del AMBA que se encuentran en transición hacia la agroecología. La iniciativa funciona hace cinco años, y en abril de 2021 se cumplió un año entero de trabajo en pandemia. Antes de la crisis sanitaria entregábamos las verduras en el predio de la FAUBA cada quince días. A partir de las restricciones en la circulación optamos por entregar puerta a puerta todas las semanas. Este cambio resultó en un gran incremento de nuestra actividad”, explicó Juan Cruz Demicheli, integrante del proyecto y de la CaLiSA-FAUBA.
En este sentido, agregó: “De golpe, empezamos a visitar 90 casas por semana. Se duplicó la cantidad de bolsones que comercializamos y alcanzamos los 900 al mes. Calculamos que se sumaron alrededor de 1.000 consumidores al proyecto. Además, pasamos de trabajar sólo en el barrio de Agronomía a repartir alimentos en la mayoría de las comunas de CABA y también en Vicente López”.
Demicheli detalló que la iniciativa amplió y fortaleció la red de organizaciones con las que trabaja y diversificó la oferta de productos que comercializa. “A las verduras de la Asociación de Productores 1610, de Florencio Varela, se sumaron las de la familia Subia, de Campo Grande. Además, comenzamos a trabajar con un intermediario solidario de fruta y con una comercializadora de alimentos provenientes de la agricultura familiar y del cooperativismo que agrupa entre 600 y 700 productores. Por otro lado, interactuamos cada vez más con los integrantes de la Feria del Productor al Consumidor de la FAUBA, que sumaron yerbas, mieles, hongos, y con los compañeros fleteros”.
“La dedicación, el compromiso y las exigencias del equipo del proyecto se multiplicaron”, destacó Juan Cruz, quien también es estudiante de la Licenciatura en Economía y Administración Agraria de la FAUBA, y añadió: “Nos profesionalizamos. Tuvimos que aprender mucho, desde organizar la logística de las visitas y que todo salga prolijo y preciso hasta mejorar el vínculo con las organizaciones. La adaptación fue difícil, pero ágil y veloz”.
Flujos y puntos
Durante la pandemia, el Bolsón Soberano incorporó nuevas metodologías a las entregas a domicilio. Amplió su alcance con los ‘Puntos Soberanos’, que son personas u organizaciones que compran bolsones a un precio mayorista y los comercializan en los diferentes barrios. “Esto empezó como un grupo grande de ciudadanos que compraba para sus vecinos y vecinas”, comentó Juan Cruz.
Además, afirmó que los proyectos como el Bolsón Soberano buscan promover la justicia dentro de la cadena de comercialización de los alimentos. “Por un lado, el precio de los bolsones surge de un consenso entre productores, consumidores y comercializadores. Este precio tiene como horizonte promover una remuneración digna para las familias productoras que eligen la agroecología. Aproximadamente, reciben un 59% del precio final. Por otra parte, una pata fuerte del proyecto es la comunicación y la transparencia de los distintos procesos productivos para difundir cómo y quiénes producen el alimento”.
Resiliencia
Al principio del aislamiento, el equipo del proyecto se preguntó si convenía o no continuar con la actividad debido a los riesgos y las dificultades del nuevo contexto. Juan Cruz resaltó que decidieron seguir por la responsabilidad para con las familias productoras y con las y los consumidores, y para representar a la universidad pública en una situación tan particular. “Hoy tenemos más herramientas para seguir adelante, fortalecernos y construir nuevas iniciativas”.
Demicheli acerca de los desafíos que tiene por delante el proyecto: “En primer lugar, queremos mantener a las personas que se acercaron al Bolsón Soberano. Es una problemática frecuente entre los proyectos de comercialización solidaria. También queremos crecer y llegar a otro público con nuevos productos cooperativos de almacén, que son claves en la alimentación del día a día, como harina, fideos, arroz y aceites”.
Para finalizar, Juan Cruz señaló que a futuro, cuando las condiciones sanitarias lo permitan, les gustaría volver al predio de Agronomía y pensar cómo volver a trabajar junto con la FAUBA, ya que es un lugar que extrañan mucho y un espacio fundamental de encuentro y acción de la experiencia. No obstante, con la actual envergadura del proyecto, considera que sería fundamental disponer de una infraestructura mayor.
Fuente: Ecomundo