Especialistas de Santa Fe desarrollan insumos ecológicos para la producción agropecuaria

Investigadores de Reconquista, provincia de Santa Fe, montaron una fábrica que genera insumos para la producción agropecuaria a partir de extractos vegetales y animales. A través de métodos naturales que no requieren el uso de químicos, el objetivo es reemplazar los productos tradicionales que se aplican sobre los cultivos por un sistema que no dañe el ambiente ni la salud humana.

Federico Pognante, ingeniero agrónomo y especialista en agroecología, cuenta: “En esta fábrica generamos bioinsumos, es decir, productos líquidos o sólidos elaborados con todo tipo de extractos vegetales y minerales que, a través de procesos como la fermentación, son aplicados en la producción agropecuaria”.

Las materias primas que utilizan los especialistas van desde la cáscara de huevo, hueso calcinado molido y cascarilla de arroz, hasta plantas como la ortiga, la cola de caballo, el fruto del paraíso, la hoja de la ruda, el ají picante o la albahaca. También, usan bosta de vaca, tierra de monte, levadura, leche ordeñada sin pasteurizar y minerales como sulfato de cobre, azufre y ceniza de madera.

Con estos ingredientes elaboran fertilizantes líquidos y sólidos para mejorar el crecimiento de los cultivos. También fabrican repelentes de insectosinsecticidas, fungicidas (productos diseñados para prevenir o eliminar el crecimiento de hongos) e insumos naturales para prevenir enfermedades en la producción animal.

Paradigma sustentable

La Biofábrica Reconquista, que depende del Instituto Nacional de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), lleva adelante la agroecología, un paradigma que propone el desarrollo rural sustentable a través de una agricultura económicamente viable que cuide los recursos naturales del ambiente.

Trabajamos con los pequeños productores de familias agricultoras que poseen saberes y conocimientos ancestrales en torno al uso de las plantas. Muchas veces se utilizan principios activos que tienen para repeler insectos, nutrir los cultivos o curar una enfermedad de un animal”, explica Pognante.

El personal de la fábrica no solo está compuesto por ingenieros, sino también por trabajadoras sociales y veterinarios. “Algunos trabajamos con extractos vegetales para generar fertilizantes y otros con extractos animales para producir antiparasitarios y garrapaticidas”, resalta.

Impactos negativos

En el último tiempo, la demanda mundial de alimentos aumentó y provocó la expansión de la actividad agrícola y, con ella, la utilización intensiva de agroquímicos. Sin embargo, diversos estudios demostraron que su uso excesivo puede causar impactos negativos en los suelos, los ecosistemas y la salud animal. Además, en las personas puede generar intoxicaciones, trastornos fisiológicos, comportamentales y reproductivos.

Según la Organización Mundial de la Salud, en la actualidad se utilizan más de mil productos en todo el planeta para garantizar que las plagas no dañen ni destruyan los alimentos. La toxicidad de cada uno depende de su función: por ejemplo, los insecticidas tienden a ser más tóxicos para las personas que los herbicidas. A su vez, una misma sustancia química puede tener efectos distintos en diferentes dosis y las consecuencias varían si fue ingerida, inhalada o estuvo en contacto directo con la piel.

En Argentina existen más de 400 principios activos registrados que se utilizan para formular agroquímicos; algunos de ellos son de producción nacional y otros importados y reformulados para su uso. Además, el país forma parte de acuerdos como los convenios de Estocolmo y Rotterdam, que apuntan a mitigar el impacto a la salud y al ambiente de productos químicos peligrosos.

Un futuro mejor

Ante este panorama, los investigadores buscan opciones a los agroquímicos y las ventajas de la agroecología se hacen presentes. En este sentido, Pognante detalla: “La producción agroecológica u orgánica apunta a tener alimentos sanos y saludables, lo que responde a una demanda cada vez mayor. Los bioinsumos que generamos no provocan daño en el ambiente, no son tóxicos para el ser humano y, al no utilizar productos químicos, tienen un costo más bajo”.

Aunque a largo plazo el objetivo es producir y comercializar estos insumos a gran escala, el ingeniero agrónomo explica: “Lo que más nos interesa hoy es fabricar estos productos para investigar y probar su efectividad. Por ejemplo, estamos explorando cuántas dosis de tal insumo son necesarias, qué acciones tiene o cuál es la fecha de vencimiento”.

 

Además de funcionar como fábrica, este espacio capacita y forma a estudiantes, productores y técnicos interesados. “Les mostramos los productos que fabricamos y cómo pueden hacerlo ellos para que luego lo repliquen en sus fincas”, destaca.

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