¿Feminismo esotérico o espejitos de colores?

Dentro de los movimientos feministas la lectura de los astros y los signos tienen cada vez más peso. En esta nota una comunicadora científica y una astróloga nos dan su opinión respecto a esta corriente que no para de tener adeptas.

– CASIO: «¡Los hombres son algunas veces dueños de sus destinos! ¡La culpa, querido Bruto, no es de nuestras estrellas, sino de nosotros mismos, que consentimos en ser inferiores!» 

Libro Julio César, William Shakespeare

Hasta el siglo XVIII la astrología y la astronomía eran casi una misma cosa. El lugar que ocupaban los astros y las predicciones de esos espacios hace más de 2000 años eran claves para accionar y hasta para tomar decisiones políticas. Pero todo cambió cuando algunos descubrimientos científicos sucedieron: la gravedad, el espectro de la luz, la sangre que se mueve a través de las venas, la hipótesis, el globo aerostático.

En ese momento, si algo no podía ser demostrado científicamente, no era ciencia y todo bien con estudiar los planetas, las estrellas y sus coordenadas en el cielo, pero ¿predecir su influencia en los acontecimientos más mundanos? No. Así, en ese momento, en el siglo XVII y para «siempre», se dividen la astrología de la astronomía.

La idea de que a través de los signos podemos acceder a nuestro futuro quedó olvidada hasta 1930, cuando un diario londinense «The sunday express» escribió la primera nota con horóscopo de acuerdo al nacimiento de la Princesa Margarita y le pegó a varias predicciones. En ese momento cada signo comenzó a tener espacio en los medios de comunicación.

En 1960, el jipimismo explotó lo esotérico, los libros y espacios en noticieros también. La era de la revolución sexual y la conexión con nuestro mundo interior, protagonizan y marcan esa época. A partir de ahí y hasta ahora, el horóscopo acompaña sin interrupciones la historia de la humanidad. Ya no como una ciencia exacta, pero sí, aseguran, como un placebo que, al final, tiene consecuencias directas y probadas en la vida de quien cree fervientemente en los astros.

Ahora hablemos de feminismo. No hay dudas de que esta era está marcada por la fuerza de los movimientos feministas que buscan, y logran, modificar paradigmas. Pero si vamos al pasado, cuando la astrología y la astronomía eran la misma cosa, nos topamos con una figura clave: «la bruja».

Ella, esa mujer solterona, con verrugas, nariz puntiaguda y escoba como medio de transporte no era más que una mujer que sabía leer (en esa época las mujeres no tenían acceso a la educación), que ayudaba a otras mujeres a parir y que a través del conocimiento de plantas medicinales, realizaba ungüentos curativos. Sí, las brujas, sostienen muchísimas teóricas feministas, fueron las primeras médicas.   

En la Edad Media, por culpa de la «magia», fueron condenadas a la hoguera. Pero ese contacto con «el más allá», esa pasión milenaria por lo esotérico, se arrastra desde ese momento hasta acá, cuando la cuarta ola feminista toma al horóscopo y a los astros como nuevos gurúes y una rama de estos movimientos se empapa y embadurna de lunas, casas en marte y un complejo y desastroso mercurio retrógrado.

Toda esta intro para hablar del feminismo esotérico y plantear el legítimo debate de si está bueno o no, de si suma o no, que los movimientos que luchan por la ampliación de derechos y la igualdad estén directamente relacionados con lo impredecible de las estrellas.

Por eso Filo.News habló con dos feministas para tratar de entender esa conexión y su problemática. Por un lado la comunicadora científica Agostina Mileo y, por el otro, Virginia Quiroga o más conocida como @astrofeminista.

La medicina, ¿es varón?

«Me parece interesante pensar la conexión entre los feminismos y el esoterismo a partir de las investigaciones de Silvia Federici respecto de la caza de brujas. Ese plan sistemático de dominación de mujeres bajo la acusación de ser bruja que incluía tanto a las científicas como a las esotéricas y a quienes sabían de plantas medicinales, abortos, anticoncepción y por supuesto, las que tenían oficios o querían estudiar», explica y refuerza la astróloga al respecto.

Si bien hoy las mujeres y la astrología están directamente relacionadas, no siempre fue así. «Es muy importante aclarar que la astrología siempre fue algo de varones cis blancos heterosexuales, que no había espacio para las mujeres, que esto es algo más nuevo, algo del siglo XX y XXI», agrega.

Es que sí. Los varones fueron quienes generaron las construcciones de todos los sistemas de creencias. Desde los astros hasta las ciencias exactas. La medicina, por ejemplo, está basada en la mirada masculina del mundo y desde ese lugar se analizan, entre muchas cosas, nuestros sistemas reproductivos. Y si bien es interesante y se puede decir mucho de esto, no profundizaremos porque es para otra nota y ya bastante matete este artículo.

Sigamos.

«Creo que con mucha razón hemos generado desde los feminismos una mirada escéptica sobre saberes que se nos han presentado como infalibles y a partir de eso, en muchos casos, se vira hacia otros sistemas de construcción de creencias», explica Agostina en referencia a este acercamiento de los movimientos de mujeres y disidencias y los astros.

Pero cancelar desde los feminismos a la ciencia porque es varón, ¿es acertado? «En mi opinión, por una actitud acrítica, relativista, en la que se incurre en pensar en términos de equivalencias que cualquier cosa, si no hay saberes, digamos, exactos e infalibles, entonces todos los saberes dan lo mismo», advierte Mileo.

«Creo que desde la instalación en Europa de los cultos monoteístas a un dios varón todopoderoso —cristianismo, judaísmo, islam— los saberes de las mujeres han sido perseguidos y quemados. Específicamente en Occidente, como bien sostiene mi compañera politóloga y astróloga también, Lu Gaitán, la persecución contra las mujeres apareció en ese momento de transición entre el feudalismo y el nacimiento del capitalismo mercantil que, a su vez, coincidió con la conquista de América. Creo que es interesante observar el paralelismo entre los saberes de pueblos originarios de América y la cosmovisión de las brujas de Europa, porque hay puntos de encuentro», indica astrofeminista.

Por su parte, Mileo discrepa: «Me parece una simplificación casi peligrosa. La ciencia no es un varón blanco y heterosexual, sino que se presenta como tal. Siempre existieron aportes de otras identidades al conocimiento científico y la ciencia no es sólo un varón. La ciencia es una construcción cultural, con sesgos androcéntricos muy claros, que refleja el sexismo estructural en el que estamos inmersos e inmersas. Vemos todos los estudios feministas de los últimos años y vemos cómo se han inscripto en lo que podríamos llamar la ciencia, los feminismos han dado disputas en los campos de conocimiento formal. Entonces también es una manera de borrar a todas esas personas que trabajan en ese sentido».

«Además, me parece que atribuir un genocidio como fue la quema de brujas a un fin último y único es una simplificación burda. Hay muchísimas criticas muy interesantes para hacer respecto a la Industria farmacéutica y cómo actúa en muchos casos como modo de disciplinamiento de algunas corporalidades, por ejemplo. Pero realmente creo que la quema de brujas no fue una especie de complot para levantar una industria dada, me parece un proceso complejo y multifactorial», agrega Mileo.

Esa pavadina del horóscopo

La primera problemática de esta asociación surge cuando se repiten estereotipos. Así como hace dos mil años las mujeres sabias eran quemadas en la hoguera por brujas, hoy vincular lo «ser mujer» con lo sentimental y el horóscopo también parece una especie de dejavú.

«No podemos negar que las feministas, por más lecturas críticas que tengamos o lo que fuere, somos personas que viven en este mundo y que los relatos místicos y discursos de las pseudociencias están dirigidos hacia mujeres hoy en día de feminizada. Y seguimos siendo personas que se mueven, no somos infalibles.Llegamos a las estrategias del mercado y a los productos que están formulados para nosotras. Entonces, creo que estos son dos factores importantes a considerar», reflexiona la comunicadora científica.

En nuestra sociedad, las sensibilidades están directamente relacionadas al género femenino. Lo reflexivo, las vueltas, el sincerarse respecto a las inseguridades, son características que le pertenecen culturalmente al mundo femenino. Y así también el horóscopo, que profundiza estos estereotipos al tratar y retratar el amor como uno de sus ejes principales.

A su vez, los feminismos buscan romper con estos clichés pero repensar estos aspectos como negativos. «Me parece que tenemos que salir de esta encerrona en la que entendemos que el esoterismo sólo refiere a sentires y, en simultáneo, dejar de ningunear los sentires porque eso es algo que ya hizo mucho tiempo el varón blanco cis heterosexual. Venimos hablando de procesos socioculturales y de genocidio, es decir, que hay algo mucho más allá del arquetipo pop de la bruja», sostiene la astróloga.

«Aún así, no creo que las reflexiones feministas en el mundo en el que vivimos resten. Sí creo que no son las reflexiones más conducentes hacia fines políticos emancipatorios. Porque sí creo que refuerzan ciertos papeles y ciertas construcciones esencialistas. Además de que nos siguen alejando de discusiones que yo creo que son importantes dentro de los campos formales del conocimiento», indica Mileo.

Esos sinuosos úteros empoderados

¿Y si hablamos también de biologicismo? Uno de los argumentos fuertes en contra de todo lo que es el esoterismo feminista está ligado de alguna manera al útero. A eso que nos hace «mujeres» (si acaso hay algo más allá de lo cultural que marca nuestro género). Así como quedó desterrado por los feminismos el instinto materno, ¿es posible desterrar nuestro ciclo menstrual con la luna y las estrellas? ¿Se puede pensar que nuestra menstruación no viene aparejada de algún tipo de magia y poderes sensoriales? ¿De intuición, tierra madre y casa en Júpiter? 

«Los feminismos venimos hablando de que no hay tal cosa como lo dado, no en términos de comportamiento, personalidad, y esto está muy asociado al género. Es casi determinista y se asocia también a ciertos estafadores de las formas tradicionales de las ciencias. Muchas veces desde esta dicotomía astrología-ciencia se tienen discursos bastante parecidos a esos que dicen que porque el cerebro de las mujeres es así, el de los varones es asá. Las mujeres son tal cosa y los varones son tal otra. Ojo con eso», indica Agostina.

Pero del otro lado, Virginia refuerza: «Es un error pensar que esto es cosa de mujeres, porque es un espacio que podemos ocupar hace no mucho tiempo. Pero también creo que esa es una mirada un tanto despectiva. Antes no podíamos ser esotéricas porque lo decía el patriarcado y ahora tampoco podemos porque choca con los intereses de alguna rama del feminismo. Cuando podamos dejar de pensar que las disciplinas esotéricas nos quitan lugares en la ciencia o nos devuelven a los espacios que nos adjudicó el patriarcado, estaremos construyendo mejores feminismos, porque para mí no hay una única manera de ser feminista».

La idea de este artículo no es bajar línea ni tomarnos el atrevimiento de señalar qué está bien o qué no lo está, sino dar herramientas a la hora debatir al respecto. Podés estar en contra de la ciencia como institución o del horóscopo, pero lo importante siempre es poder aportar una mirada crítica a un mundo que se vuelve complejo apenas nos adentramos en sus detalles.

Porque las creencias dentro de los procesos culturales son pilares y muchas veces accionan cambios que anteceden revoluciones. Analizar esta corriente que es cada vez más estructural dentro de los movimientos feministas es una forma de madurar un debate que parece no tener ni blancos ni negros sino solo intrincadas e interesantes lecturas.

No estigmatizar y no tener una lectura biologicista ni simplista respecto a los acontecimientos culturales, los astros y la entropía es la idea y esta nota buscó darle voz a dos pensadoras que cuestionan y advierten los peligros de un análisis lineal sobre la medicina, la ciencia y nuestros poderes sensoriales.

Fuente: Filonews