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La cuarentena y el aumento de las adicciones

La cuarentena y el aumento de las adicciones

Las estadísticas muestran un incremento en el consumo de alcohol, tabaco y psicofármacos. También crecieron la ludopatía y los disturbios en la alimentación.

No se puede negar que todos tenemos la sensación de estar suspendidos en el tiempo y sometidos a una gran incertidumbre en estas épocas de cuarentena. ¿Cómo evolucionará nuestra vida en esta pandemia? ¿Qué será de nuestro futuro personal y social?

Son preguntas que nos hacemos a diario y para las que no tenemos una respuesta certera. En estos tiempos, se evidencia una enorme preocupación por el futuro. En esta situación, algunas personas disponen de mayores recursos personales, familiares y sociales para afrontar las dificultades que se presentan a diario.

Hay también “personas de alto riesgo” que incluyen aquellas que padecen enfermedades físicas en particular y a los adultos mayores. Sin embargo, poco a poco se va creando conciencia de que la vulnerabilidad excede a quienes presentan patologías físicas y se incluyen en la población de riesgo a aquellos que sufren problemas de salud mental y adicciones.

Si hacemos foco en la problemática de las adicciones, las estadísticas recientes muestran claramente el aumento del consumo de sustancias psicoactivas, principalmente del alcohol, el tabaco y los psicofármacos. También, las adicciones comportamentales como la ludopatía y los disturbios en la alimentación se han incrementado.
En un reciente estudio realizado por el Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, “el 21% de los encuestados que consumen sustancias desde antes de la cuarentena reconoció haber aumentado esta práctica en las últimas semanas“.

“Los indicadores más elevados se dan entre quienes beben alcohol (36,5%) y fuman tabaco (40%), y le siguen quienes consumen antidepresivos o ansiolíticos (10,1%)”, según consigna el informe.

Los síntomas de angustia y ansiedad se potencian en esta situación de incertidumbre y aislamiento forzoso. Cuando una persona posee un entorno afectivo positivo, contenedor y saludable, las dificultades personales se sobrellevan con menos consecuencias y con mayor capacidad de afrontarlas y superarlas.

Muchas de las rupturas violentas de la cuarentena se pueden explicar como consecuencia del síndrome de abstinencia.
Pero cuando una persona es consumidora habitual o abusadora de sustancias psicoactivas, ya tiene una base de vulnerabilidad que le dificultará afrontar un momento como el actual sin aumentar sus problemas. De este modo, vemos cómo el aumento del consumo se presenta como un escape a la situación insoportable y es un intento fallido de obtener bienestar.

Es habitualmente el alcohol la sustancia más requerida en esta situación y la de mayor accesibilidad y disponibilidad. Muchos pacientes refieren haber “liquidado” todo el alcohol disponible en su casa y luego salir a aprovisionarse de la mayor cantidad posible, por miedo a la abstinencia.

Lo mismo sucede en este momento con el tabaco, hasta la escasez de cigarrillos se ha convertido en un tema frecuente en los medios de comunicación. En relación a las drogas ilegales, aumentaron los “deliveries” encubiertos y muchas de las rupturas violentas de la cuarentena se pueden explicar como consecuencia del síndrome de abstinencia.

La situación de los pacientes en tratamiento por consumo de sustancias que se han visto interrumpidos por el aislamiento social obligatorio, al menos en su modalidad habitual presencial, se ha hecho corriente. Frente a la necesidad de dar una respuesta a esta situación, las instituciones públicas y privadas se han visto en la necesidad de implementar consultas y tratamientos a través de plataformas virtuales.

Las distintas modalidades de abordaje on-line han sustituido, al menos en la emergencia, a los encuentros personales cara a cara. Obviamente no sustituyen totalmente la contención presencial, pero al menos permiten mantener el vínculo terapéutico y ayudan a mitigar el sufrimiento de los pacientes y sus familias.

Estamos en un momento de padecimiento personal y social, es innegable, pero también es una oportunidad de innovación, de buscar nuevas alternativas. El papel de la familia es crucial para acompañar y sostener al paciente-padeciente. Es momento para replantear modos de vida, para estrechar lazos positivos, para que cada vez seamos más libres de elegir vivir sin el sojuzgamiento de las adicciones.

El aumento del consumo se presenta como un escape a la situación insoportable y es un intento fallido de obtener bienestar.
Paradójicamente, estamos más “encerrados” y sin embargo, podemos ser capaces de abrir nuevos horizontes, atrevernos a vivir en libertad y apostar a la salud. Es el desafío de nuestro tiempo.