La subordinación como estrategia

Tras el anuncio de la imposición de fuertes aranceles por parte de Donald Trump, y a diferencia de la reacción mostrada por la mayor parte de los gobiernos del mundo, la administración libertaria consideró como un logro formar parte del grupo de países con los aranceles más bajos (10%), un supuesto beneficio del alineamiento incondicional.

Esta hipotética “deferencia” hacia su propio gobierno resulta falsa por dos cuestiones. En primer lugar, con un presidente como Lula, Brasil tendrá el mismo gravamen y lo mismo ocurrirá con la mayor parte de los países de la región. En segundo lugar, hay una manifiesta arbitrariedad en la fórmula de cálculo, a punto tal que se les aplica la alícuota del 10% incluso a aquellos países con los que Estados Unidos tiene superávit comercial.

Más allá de los efectos comerciales bilaterales, se suman otros “indirectos”, vinculados al impacto global de la medida, relacionados con la posible caída en la actividad económica internacional y sus repercusiones sobre el nivel de ingreso global. Ello podría ocasionar bajas en los precios de las materias primas de exportación de nuestro país. Por caso, el precio del petróleo, en sus dos cotizaciones, WTI y Brent, bajó alrededor del 6% el día jueves y mostró igual variación el viernes. A la vez, los países proveedores de Estados Unidos más afectados (especialmente los asiáticos) podrían intentar compensar la medida con una mayor agresividad comercial sobre terceros mercados, como el de nuestro país.

De hecho, China ya respondió con una alícuota idéntica (34%) para las importaciones provenientes de EE UU, a partir del 10 de abril. Esta decisión generó un impacto negativo en los mercados mundiales, generando importantes caídas en las bolsas más importantes.

Incluso muchas de las empresas que exportan a Estados Unidos son de capitales norteamericanos que utilizan a terceros países como plataformas debido a los menores salarios que allí se pagan, las legislaciones laborales más flexibles, etc. Es el caso, por ejemplo, de las automotrices que se instalan en México.

Nos encontramos frente a una reconfiguración del esquema de comercio global, a partir de una decisión unilateral del gobierno norteamericano, de alcances y consecuencias por el momento inciertos.

Desde un plano conceptual, pierden aún más legitimidad los preceptos neoliberales del libre comercio con la suba de los aranceles, que emerge desde el seno de la principal potencia global, y pretende dar un impulso a la industria y el empleo dentro de Estados Unidos, entre otros objetivos. Exactamente al revés de lo que el gobierno pregona para la Argentina.

En este marco, si la Argentina avanza con la apertura irrestricta de las importaciones, bajo el supuesto de que así se accederá a bienes más baratos, dinámica que se ve además facilitada por el uso de plataformas digitales, la industria va a sufrir y el empleo se verá perjudicado.

¿Quiénes serán los compradores en este modelo y con qué ingresos contarán? Cabe mencionar que se está apuntando a un cambio de fondo de la estructura económica y social, que incluye la destrucción de una clase media que accedió al conocimiento, a las universidades, etc. Todo eso hoy está en peligro, en pos de un modelo extractivista basado en el litio, en la energía, y en el agro. Un modelo para pocos.

En su viaje por Estados Unidos, Javier Milei participó de la Gala de los “Patriotas Americanos”. En su discurso, tras ser galardonado con el premio MAGA (Make America Great Again – Que Estados Unidos vuelva a ser grande nuevamente), el Presidente señaló que la Argentina “va a avanzar para readecuar la normativa de manera que cumplamos los requerimientos de la propuesta de aranceles recíprocos, elaborada por el presidente Donald Trump”.

Esta actitud de subordinación puede resultar muy lesiva para nuestro país, dado que se podrían eliminar barreras arancelarias o paraarancelarias que protegen distintas actividades, desde algunas producciones agropecuarias, hasta algunas manufacturas.

Actitud de subordinación que también se expresó en el acto oficial por la conmemoración del Día del Veterano y los Caídos en la Guerra de Malvinas, en el que el presidente dijo: “buscamos ser una potencia a punto tal que ellos (los malvinenses) prefieran ser argentinos y que ni siquiera haga falta la disuasión o el convencimiento para lograrlo”. Esta frase encierra una inaceptable admisión del principio de autodeterminación de los isleños como criterio de soberanía, lo que configura una fuerte ruptura con la línea histórica de la diplomacia argentina.

Los discutidos datos de pobreza

En Estados Unidos, el presidente argentino también señaló que “como resultado de todas las medidas implementadas, el crecimiento punta a punta de diciembre de 2023 a 2024 fue del 6%, razón por la cual sacamos de la pobreza al 20% de la población argentina y nuestra agenda de reformas continúa porque nuestro objetivo es ser el país más libre del mundo”. Son análisis que adolecen del mínimo rigor con el manejo de los datos, ya que, en el caso del crecimiento, lo que debe analizarse es el promedio anual, que indica una caída en 2024 del 1,7% según los datos del Indec. Tales medidas han generado un empeoramiento de la situación económica y social.

Respecto de la pobreza, la Oficina del Presidente informó que, “según los datos oficiales publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el índice de pobreza e indigencia en la Argentina ha registrado una fuerte caída durante el período de julio a diciembre del 2024, gracias a las profundas reformas económicas impulsadas por el presidente Javier Milei”. Luego agrega: “la pobreza sin precedentes que había dejado el gobierno de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa, que llegó a un pico del 52,9% en la medición del primer semestre de 2024, se redujo al 38,1% en el segundo semestre, mientras que la indigencia disminuyó del 18,1% al 8,2%”.

El texto deja en evidencia que el actual Gobierno considera que los datos de pobreza del primer semestre corresponden a la anterior administración. Sin embargo, el primer semestre de 2024 estuvo impactado por la devaluación de diciembre de 2023, la fuerte caída en los ingresos reales de la población, en gran parte por el “reordenamiento” de los precios relativos, por el ajuste en el gasto llevado a cabo por la gestión libertaria, y por el fuerte aumento de las tarifas de los servicios públicos.

Siguiendo y acordando con los razonamientos de varios analistas, la supuesta mejora en los índices de pobreza no se refleja en el consumo masivo, que sigue totalmente deprimido, ni en los indicadores laborales, que registran un empeoramiento.

Sobre la base de un manejo discrecional de los datos, el gobierno sostiene que los índices expresan el fracaso de las políticas del pasado y que la gestión actual demuestra que el camino de la libertad económica y el superávit fiscal es la vía para reducir la pobreza a largo plazo. Una afirmación, como mínimo, difícil de sostener.

Transitar el sendero que propone el gobierno, que pasa por endeudarse con el FMI y por apostar todo al vínculo con el presidente de un país que está avasallando a sus socios comerciales, no va a resolver ninguno de los problemas de la Argentina. Más bien los va a empeorar.

El principal escollo estructural de la economía argentina radica en las dificultades para generar divisas genuinas. Para darle solución, se requiere en principio exportar más de lo que se importa y proteger la producción nacional de la apertura de las importaciones. «