En el escenario deportivo mundial, el fútbol femenino luchó durante décadas por el reconocimiento, la igualdad y una cobertura mediática justa. El reciente desempeño del Seleccionado Argentino Femenino en el Mundial de Fútbol en Australia- Nueva Zelanda es un ejemplo vivo de cómo las mujeres futbolistas enfrentan desafíos adicionales en comparación con sus contrapartes masculinos.
Para tratar de entender qué sucede con nuestro equipo y cómo es la cobertura mediática al respecto, hablé con dos periodistas especializades en este deporte: Lautaro Iraola y Micaela Garay. La presencia del seleccionado en este mundial puso de manifiesto la mala costumbre periodística y las diferencias profundas que persisten entre ambos mundos y en esta nota desentrañaremos los detalles.
Más allá de las expectativas
El camino del Seleccionado Argentino Femenino en el Mundial es inspiración entre muchas otras cosas por las condiciones paupérrimas con las que varias de las jugadoras llegaron a donde están hoy. Uno, dos o tres trabajos distintos para poder mantener a sus familias y así sostener el amor por la camiseta y el deporte.
“Hoy en día las jugadoras se enfrentan a las mismas problemáticas que se enfrentaron los varones cuando lo profesionalizaron, pero 93 años después. Son demandas laborales pero que tienen su reflejo en el juego. Cuando dejaron de jugar solo las clases altas y los obreros se adueñaron del fútbol el problema fue que unos podían entrenar y otros laburaban miles de horas. Hoy pasa lo mismo. Las jugadoras tienen condiciones laborales muy desiguales respecto de los pares masculinos, que dificultan que crezca como disciplina y al mismo tiempo se enfrentan a la demanda de ser productivas, en términos de ventas, por ejemplo”, sostiene Garay.
Por su parte, Iraola refuerza: “No es lo mismo el desarrollo de las jugadoras de la selección en cuanto a lo económico en comparación al masculino, primero porque los equipos en los que juegan en la Argentina la mayoría no pagan lo suficiente y las jugadoras deben encontrar otros trabajos. No es lo mismo que jugar en equipos brasileros o equipos de Europa, en donde tienen contratos y sueldos bastante más similares a los del fútbol masculino”.
En Argentina el torneo de primera división es semiprofesional recién desde el 2019 y se equipara con la Primera C de varones en términos de contratos. Algunos equipos se reparten la plata, otros están formados por jugadoras que cobran y jugadoras que no, pero entrenan de la misma manera y con las mismas exigencias.
“Las canchas principales pocas veces están disponibles para las jugadoras (se argumenta el deterioro del césped) e incluso muchas veces en las canchas auxiliares se priorizan los horarios en los que se alquilan, en vez de los que corresponden al entrenamiento del femenino (esto mejora un poco con la televisación de los partidos). Me resulta muy loco que se problematicen las mismas desigualdades casi 100 años después, obligándonos a justificar algo que ya acordaron entre ellos supuestamente basándose en los valores de igualdad del deporte”, sostiene contundente Micaela.
Lo cierto es que existe entre el equipo femenino y el masculino muchísimas diferencias. No sólo en este mundial, si hacemos el ejercicio de mirar para atrás, encontramos también muchas respuestas. “Si trazamos una línea de tiempo el primer Mundial de fútbol fue en 1930 con la creación de la FIFA. En Argentina se juega desde 1900 en los Juegos Olímpicos. Hubo algún mundial amateur femenino en la época de los 70, pero la realidad es que el primer Mundial de fútbol femenino fue en 1991, casi 70 años después. Estamos hablando de una liga semi profesional desde solo hace dos años y medio, casi cien años después de la masculina”, explica Iraola.
Dime cómo lo cubres y te diré qué piensas
A pesar de sus logros y esfuerzos, el análisis mediático de la cuestión es complejo. Si el fútbol es un deporte machista, el periodismo deportivo no se queda atrás. Esta semana se dio a conocer una nota del diario Olé, ¿la noticia? La homosexualidad de algunas jugadoras y cómo esa situación hará que algunas parejas se enfrenten en la cancha. Una vez más el periodismo deportivo, cuando se trata de jugadoras, sexualizándolo todo.
La noticia generó repudio en las redes sociales y la nota fue borrada en las aplicaciones más no en el portal.
“La nota de las jugadoras novias demuestra que les gusta más vender que el fútbol, que eligen darle de comer a esos usuarios que se ven representados con esos códigos de fútbol, porque les generan respuestas y en definitiva avanzan en el sentido de ser más ignorantes del deporte que dicen que quieren. No hablan de fútbol y desconocen a sus protagonistas. Hay miles de parejas mujeres en equipos de todo el mundo y el hecho de que sea algo para noticiar habla de todo lo que desconocen. La verdad es que a muches nos gusta saber con quienes salen las personas que admiramos pero si sos un medio deportivo y nunca me hablaste de ellas como jugadoras y elegís esa nota, donde tampoco voy a conocer nada en ese sentido, es para ser funcional a eso que te hace tener ese lugar de poder: el fútbol misógino”, indica Garay.
Los medios de comunicación relegan sus partidos y resultados a un segundo plano, priorizando la cobertura del fútbol masculino. No es novedad pero sí explicación: así se perpetúa la invisibilidad y la subestimación del fútbol femenino.
Aún así, hay cada vez más medios que aplican perspectiva de género y es en donde el fútbol femenino crece de forma exponencial. “Los medios que están acostumbrados a comunicar con perspectiva de género están haciendo un aporte tremendo porque realmente este es el mundial del quiebre en el sentido de masificación de la disciplina. Empiezan a aparecer las jugadoras nombradas como tales, empezamos a conocer los apellidos y principalmente algunas historias de vida. La historia del fútbol es la de sus jugadoras entonces empezamos a tener contextos necesarios para entender qué fútbol estamos mirando. Y como dije antes las jugadoras hablan mucho de esa desigualdad y eso hay que mostrarlo y hacerse cargo al mismo tiempo”, agrega Garay.
No todo es oscuridad
Si bien las desigualdades son todavía muchas, los avances en estos años respecto a décadas anteriores son para destacar. Y aunque las resistencias son tremendas y los comentarios en las redes generan inseguridad y rabia en las jugadoras, el foco está en todo lo conseguido.
Es fundamental que la cobertura mediática se ajuste a la realidad deportiva y se brinde un espacio adecuado a las hazañas y logros de estas futbolistas, sin importar su género.
Es esencial que los gobiernos, instituciones deportivas y patrocinadores inviertan también en este deporte y creen oportunidades para su desarrollo profesional.
«El principal avance para mí es la toma de conciencia y la acción política de las jugadoras en todo el mundo (jugadoras y activistas). De eso se desprenden algunas decisiones de quienes gestionan el fútbol que van abriendo nuevas ventanas. Muchas de las jugadoras cuando son entrevistadas comentan la desigualdad en la que viven y que eso se reproduzca empuja a que se tomen nuevas decisiones. Desde hace muy poco las jugadoras tienen el apellido estampado en la camiseta y cobran por participar del Mundial, eso antes no pasaba. Las marcas comienzan a acompañar a algunas jugadoras y eso les permite dedicarse más a entrenar, etc», explica Garay.
Estos cambios que hasta hace una décadas no existían, aún no consiguen saldar lo adeudado. «Las gestiones determinantes tienen que ver con acortar esa brecha estructuralmente. En Argentina recién empezamos a tener categoría Sub-14. Solo los clubes que tienen más recursos tienen categorías más chicas. Tiene que dejar de haber niñas que crezcan sin la posibilidad concreta de jugar al fútbol y así van a crecer varones que no piensen que ese deporte es intrísicamente de ellos«, agrega.
Por su parte pero en la misma línea, Iraola sostiene: «Avances hay, pero se necesita tiempo y el tiempo tiene que ir de la mano de inversión económica. Necesitas una inyección de plata sí o sí. Las potencias Estados Unidos, Francia, Suecia, Inglaterra, en la región Brasil, lo son porque invierten en sus jugadoras. No financian sólo al fútbol masculino como sucede en nuestro país sino al deporte en general, lo realice un hombre o una mujer, es indistinto«.
Tanto Garay como Iraola insisten en la importancia de captar la atención y dar las herramientas desde que las jugadoras son niñas. Las opciones que nunca tuvieron a la hora de acceder a ese deporte tan estigmatizado y masculino deben reverse. La cultura avanzó y hoy hay muchas más chances que antes de que una niña pueda jugar desde pequeña aunque todavía el sesgo de género incomoda y restringe derechos.
«Es fundamental desde las bases y algo de eso lo está haciendo Argentina, de a poco se crean de manera obligatoria para los equipos de Primera de visión, una reserva. Es decir, está la primera, está la reserva y después hay sub 16 y sub 14. El número se refiere a la edad de las jugadoras. Y eso es fundamental atraer a ese universo que antes no tenía dónde ir a entrenar, dónde ir a competir y empezar a afilar la jugabilidad es clave. La educación deportiva más allá de un conocimiento teórico, un entrenamiento desde lo físico, un comportamiento desde lo grupal, una contención psicológica. Es fundamental la contención mental, no administrar o contener la frustraciones. En eso se está trabajando, no todos los clubes tienen su comisiones de género, pero de a poco se avanza hacia un deporte más y más inclusivo», finaliza el periodista.
Fuente: filo.news