Saludamos al Ministerio de las Mujeres que se va: ¿y ahora qué hacemos?

Este jueves fue la última jornada del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. La cartera, creada hace cuatro años atrás en medio de una pandemia mundial, tuvo que despedirse a través de una conferencia de prensa con su ministra Ayelén Mazzina a la cabeza.

Para entender qué pasa con las políticas públicas generadas para combatir a la violencia de género y cómo resurgir después del triunfo de Javier Milei en una Argentina que tiene aún un femicidio cada 27 horas, entrevisté a Erica Laporte, jefa de Gabinete del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación y a la economista y ex funcionaria, Mercedes D’alessandro.

INCERTIDUMBRE Y DESIDIA

No sorprende, el cierre del ministerio era una de las propuestas de campaña del actual presidente electo Javier Milei. De hecho la conferencia, que en otros momentos hubiera sido multitudinaria, casi pasó desapercibida en un país de crisis constante, estancamiento del salario y una inminente hiperinflación.

No hay tiempo ni voluntad política de sostener o resolver la desigualdad estructural de género. Se anticipaba que al Milei asumir el poder, serían las mujeres y las diversidades quienes entenderían que ahora está al mando la derecha patriarcal. Una derecha que muestra misoginia y desinterés por dar continuidad a políticas públicas eficaces en la lucha contra la violencia de género.

“Javier Milei fue muy claro, él no piensa continuar con las políticas de género. En la conferencia se planteó la nula voluntad para realizar algún tipo de transición. Nadie se sentó a ver cómo se seguían con las políticas que vienen impulsando el ministerio. Lo mismo pasó con la Dirección Nacional de Economía igualdad y género, una dirección que estuvo primero a mi cargo y luego a cargo de Sol Prieto, creada específicamente en el año 2020 y que tampoco tuvo ninguna previsión de cómo darle continuidad”, indica la economista.

Por su parte, Laporte indica: “Nosotras estuvimos intentando contactar o que se designara algún enlace para la transición pero no tuvimos ninguna respuesta, intentamos por todos los medios. Incluso dialogando con nuestros nuestros pares en otras carteras ministeriales que sí hicieron alguna especie de transición. Los discursos y las expresiones que tuvieron candidatos y funcionarios de este nuevo gobierno de Javier Milei respecto a la eliminación del ministerio de mujeres es lo único que conocemos en términos públicos. Nadie se acercó a decirnos nada”.

Si bien no es necesario que exista una dirección o un ministerio para que las políticas públicas activas continúen, por el momento tanto la línea la línea 144 que atiende más de 300 llamados por día o planes como Acompañar (asistencia a mujeres en situación de violencia) o Registradas (formalización de trabajadoras de casas particulares) se encuentran acéfalas de dirección o jefatura y los puestos de trabajo, en peligro.

“La hipótesis que barajamos desde los feminismos es que va a ser una agenda que o bien va a estar descontinuada o va a ser muy desfinanciada y va a ocupar un lugar muy marginal en el gobierno que viene”, advierte D’alessandro y agrega esperanzada: “Hay un cambio muy importante en casi toda la Administración Pública Nacional porque ahora ya tienen espacios de género. Hay que ver si eso se va a mantener, pero se hizo una gran transformación en las en las unidades ejecutivas y legislativas de las provincias en donde casi todo el país hay paridad, las legislaturas tienen cada vez más mujeres y los poderes ejecutivos también”.

LOS BASTIONES ABANDONADOS

Una de las políticas públicas más activas y la principal arma del Estado para defender y proteger a las mujeres de vínculos violentos es la línea 144. Anónima y con atención las 24 horas del día los 365 días del año, un grupo de trabajadoras sociales, abogadas, psicólogas atiende más de 300 llamados diarios.

La línea recibe, aconseja y ofrece una guía para poder activar los distintos protocolos en las diferentes situaciones de violencia. Durante estos diez años desde su creación la línea atravesó distintas instancias, situaciones y problemas. Denuncias por mal funcionamiento y paro de sus trabajadoras fueron algunas de sus irregularidades.

Aún así, la 144 es una de las políticas públicas claves, efectivas y constantes aunque su continuidad corre la misma suerte que el resto y la preocupación es total. “Nos preocupa muchísimo que ya no exista un teléfono al cual llamar cuando hay una emergencia de esta violencia tan específica y problemática”, indica Laporte.

En esta década entera destinada a profundizar conceptos, que la violencia no es sólo física es uno de los legados que los movimientos feministas dejan en la sociedad. Los distintos tipos de agresión que una mujer o una diversidad pueden atravesar en un vínculo tomaron visibilidad y hoy se entiende que la violencia económica, por ejemplo, es uno de los problemas principales para la lucha contra la desigualdad.

El programa Acompañar es una ayuda psicosocial y un aporte económico de un salario mínimo vital y móvil durante seis meses para que quien atraviesa un vínculo violento pueda huir de su hogar. “Las destinatarias del programa Acompañar que actualmente son más de 48.000 preocupan. El 15 de diciembre las destinatarias de este programa tienen que recibir el pago de esta política pública y no sabemos qué va a pasar”, sostiene la Laporte.

La falta de claridad sobre el futuro de estos programas y la ausencia de políticas sustitutivas generan una intranquilidad palpable sobre cómo las mujeres en situación de violencia recibirán apoyo en el próximo período.

NIEGA, NIEGA QUE ALGO QUEDARÁ

El futuro presidente Javier Milei negó la existencia de la brecha salarial. Sucedió durante los debates presidenciales y justo cuando la académica Claudia Goldín ganaba el premio Nobel de Economía por sus investigaciones respecto al tema.

Ninguno de los dos candidatos, tanto Sergio Massa como Milei, dos expertos en economía, supieron encarar el tema con claridad y sin caer en el gran mito de varones y mujeres cobrando distinto por la misma tarea.

En nuestro país un varón puede ganar hasta 25% más que una mujer y si bien esta afirmación es correcta y está comprobada, las formas en las que las desigualdades actúan sobre la vida de las mujeres son muy variadas. La diferencia porcentual no es necesariamente por el mismo salario en una empresa privada o pública sino una problemática multifactorial.

La feminización de la pobreza impacta directamente en el desempeño profesional ya que son las mujeres quienes sufren más en situaciones de crisis porque son, entre otras cosas, quienes tienen, cuidan y alimentan a sus hijos. Las tareas del hogar y del cuidado, otro de los factores. La feminización de ciertos rubros, las nulas políticas públicas para activar la incorporación de mujeres en empresas, la poca adaptación del mercado laboral respecto a la maternidad y varias razones más, explican por qué esta brecha no sólo existe sino que se profundiza cuando hay crisis social.

“Yo como economista tengo la impresión de que los próximos meses van a ser muy difíciles, Javier Milei ya adelantó su plan de ajuste y que no hay plata como lo repite una y otra vez. Dijo además que si no pueden tomar todas las medidas que él necesita llevar adelante, vamos a una hiperinflación con un 90% de pobres. Son todas palabras que él pronunció y ante eso lo que me preocupa es que no propuso ni anticipó ninguna política de contención. Contención que necesitan quienes más sufren los efectos del desempleo y la pobreza que son, como ya sabemos, mayoritariamente diversidades, mujeres y sobre todo mujeres que tienen niños niñas y adolescentes a su cargo”, indica con inquietud D’alessandro.

AL PASADO, AUTOCRÍTICA

La realidad efectiva nos cuenta que todo lo recorrido hasta ahora fluctúa, se modifica y se reordena. Los pasos que trajeron a los movimientos feministas hasta acá fueron contundentes pero a su vez errantes, como toda idea de revolución, se expande tanto que muchas veces se quiebra. En este caso, la crisis de un país en llamas nos llama a reflexionar respecto a porqué todo lo conseguido hasta acá fue insuficiente.

Por supuesto no veníamos de un mundo de rosas, veníamos con muchos shocks externos que realmente pusieron obstáculos al desarrollo de la Argentina como primero la pandemia, luego la guerra, luego la sequía y también muchas desinteligencias de gobierno. En ese marco, creo que los feminismos fueron corridos de la agenda central en las últimas elecciones y de hecho se han puesto en un lugar incluso de molestia y eso creo que es un gran desafío, ¿cómo hacemos para salir de ese rol? Creo que ese es uno de los grandes desafíos”, reflexiona Mercedes.

Si bien hace diez años los feminismos reverberaban en todos los rincones, portales, medios, sobremesas y discusiones con amigos, hoy hay una pausa para esa intensidad y ese interés. La sociedad negó durante décadas la existencia del machismo como una problemática concreta, hoy con un largo camino de deconstrucción recorrido, ya no la niega sino que la minimiza.

“Creo que la narrativa nos ganó, perdimos espacio en el debate público y nos quedamos en un lugar de reto, con el dedito señalador por decirlo de algún modo. Perdimos terreno en lo creativo que era lo que veníamos impulsando, lo creativo no de algo solo artístico, sino lo creativo de crear leyes, espacios, redes, consignas, iconos. Aún así, no creo que sea una responsabilidad de los feminismos solamente, la crisis económica barrió mucho con esa posibilidad de transformación”, sostiene D’alessandro.

Los feminismos son parte de un movimiento enorme, heterogéneo y revolucionario de las últimas décadas a nivel mundial. La escala, el efecto contagio en otros países ubicaron a la Argentina como comandante de la pelea por un país más igualitario, pero el feminismo no nació en el 2015 y no muere con una derrota.

En esta que dice ser la cuarta ola los derechos conquistados resisten más allá de las políticas públicas en peligro o de un ministerio disuelto. Los cambios socioculturales realizados en esta última década se mantendrán en el tiempo reforzados por la pelea individual, por las discusiones cotidianas, por esos pequeños gestos y guiños que no nos ubican informadas y con herramientas.

Los cuatro años que vienen serán cuesta arriba particularmente para las mujeres y diversidades de nuestro país pero la historia demuestra que el armado social del feminismo no se disuelve, solo se retira bien lejos para calmar las aguas y volver a tomar impulso.

Fuente: Filo.news