Ser mujer con discapacidad en la Argentina: historias y una lucha que busca su lugar en la agenda nacional

Todavía existen muchos derechos pendientes, entre ellos la inclusión y el acceso laboral de las personas con discapacidad. Ser mujer y tener una discapacidad es hoy una situación de doble disidencia, por eso desde Filo.News conversamos con influencers, trabajadoras y especialistas para entender la profundidad e importancia de esta cuestión.

No estamos de festejos, de celebrar a la mujer en un contexto de consumo machista y sexualizado. No son las flores, es la falta de derechos, derechos que aún faltan para que haya igualdad de género.

Hoy en la Argentina una mujer gana -según el reporte de las últimas estadísticas- en promedio un 27% menos que los hombres, excluyendo del mercado laboral a múltiples femeneidades, trans y las que poseen alguna forma de discapacidad.

Las mujeres mueren en manos de un hombre violento, sí violento, hablamos de hombres que comparten con nosotras el todos los días, los llamados «hijos sanos del patriarcado», avalados por una trama machista que establece y prepondera el pacto entre masculinos, por el que las femeneidades son consideradas objeto de su propiedad.

Cada menos de 30 horas es asesinada una mujer en nuestro país, en su mayoría por un hombre conocido de la víctima, y priman aún más los casos en los que se trata de una pareja. Crecen los reclamos, diversos colectivos y cientos de personas reclaman: que se pueda caminar sin temor por la calle, que se deje de revictimizar a la víctima por cómo se vistió, que termine la forma hegemónica de un cuerpo con el que la pocas se sienten representadas, que se rompa el llamado «techo de cristal» garantizando a las mujeres acceso al trabajo y a cargos jerárquicos, a gozar de Educación Sexual Integral, que las niñas no sean obligadas a dar a luz, entre muchas, muchas cuestiones más.

Por estas causas luchan las mujeres, entre ellas las mujeres con discapacidad. ¿Qué implica ser una mujer con discapacidad en la Argentina? Una situación de doble disidencia, o como expresa Florencia Cambareri -conocida en Instagram como @repensarladiscapacidad- «una doble vulnerabilidad». Aunque bien sabemos que una es «vulnerada» y no «vulnerable».

Florencia Cambareri | Foto: Gentileza suya; ph: Macarena Favale

Desde Filo.News conversamos con Florencia Cambareri, Candela Sturniolo, Natalia Martino y Carolina Buceta, todas ellas mujeres con discapacidad, para analizar (y reflexionar) en profundidad la situación del país, deconstruir tabúes y así generar una sociedad más igualitaria para todas.

Ser mujer con discapacidad: una situación de doble disidencia

«Ser mujer y a la vez ser una persona con discapacidad en Argentina, implica una doble vulnerabilidad. Las mujeres estamos en constante peligro solo por el hecho de ser mujeres, es una locura, pero es así. Salís de tu casa y no sabés si llegás. Abusan de vos, te violan, te matan, es tremendo. Sumándole la discapacidad, la vulnerabilidad es doble», comenta Florencia Cambareri.

Tiene 26 años es Técnica en Recursos Humanos, su  tesis investiga la «Inclusión laboral de personas con parálisis cerebral a través del empleo con apoyo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires» para recibirse de Licenciada en gestión de capital humano. A sus seis meses Florencia llegó a pesar un kilo. Fue diagnosticada con una discapacidad motriz denominada parálisis cerebral (motivo de su tesis), que afecta los movimientos y la postura a raíz de una lesión en el cerebro que si bien no avanza ni se empeora, dura para toda la vida. Desde su cuenta de Instagram (@repensarladiscapacidad) expresa «a modo catártico» la situación de las personas con discapacidad desde su experiencia. Como sostiene: «Sentí que tenía que alzar mi voz. Hacerme escuchar, fue como una necesidad de vomitar verdades».

«Hace 10 años viví un episodio violento y traumático por parte de un familiar y eso me trajo diversos trastornos mentales que llevo conmigo hasta hoy, y al día de hoy sigo en tratamiento psicológico y psiquiátrico por eso. Tener una discapacidad motriz y a la vez trastornos mentales no es nada fácil de llevar. Entonces en enero de este año abrí el Instagram para que quien lo leyera pudiera reflexionar sobre situaciones que las personas con discapacidad vivimos a diario y quizás por no tener a una persona cercana en esa situación no lo dimensiona o no cae en la cuenta. Visibilizar es una forma de reeducar o de intentar derribar prejuicios o creencias erróneas», cuenta.

Candelaria Sturniolo | Foto: Gentileza Candelaria Sturniolo

Candelaria Sturniolo tiene 32 años, nació en Córdoba. Tiene una discapacidad motriz de nacimiento por la cual de manejo con muletas pero eso no la detuvo. Candelaria viaja por el mundo, y de eso se trata su cuenta de Instagram @can_world, un espacio (de calidad y de los que no abundan) para «contar sobre mis viajes y la experiencia de viajar con una discapacidad», inspirar a que «otros también se animen».

«Ya ser una persona con discapacidad en Argentina es algo muy complejo. Hay innumerables cosas por mejorar o por implementar, desde el respeto, hasta la invasión de privacidad, la falta de empatía. Como sociedad aún nos falta mucho por aprender y educarnos sobre lo que es discapacidad y una inclusión coherente y no por lástima o porque simplemente una ley lo exija», expresa Candelaria.

Carolina Buceta es Licenciada en Psicología, integrante de REDI (Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad), miembro en la coordinación de salud sexual, sida e ITS del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, y tallerista del programa de Educación Sexual Integral del Ministerio Nacional de Educación. Y ciega.

Carolina Buceta | Foto: Instagram @lic._carolina_73

Para la especialista, «como todas las mujeres en esta estructura todavía patriarcal tenemos serias desventajas pero se nota muchísimo más en ser una mujer con discapacidad, por lo que nosotros decimos que hay una doble discriminación y ni hablar si es una mujer pobre y si tiene discapacidad y es pobre. Todas las barreras se amplifican y hay un mayor grado de aislamiento y de vulnerabilidad de los derechos».

«De por sí ser mujer en Argentina es difícil, nos encontramos por suerte en una ola de unión y sororidad entre nosotras, luchando por igualdad y por adquirir derechos que son necesarios en 2020. Ser mujer y tener una discapacidad en Argentina es mas difícil», visibiliza por su parte Natalia Martino.

Tiene 33 años, es locutora nacional («Por A», FM simphony en San Isidro), realiza shows de stand up y creó su cuenta de Instagram @natymartinook, un canal donde comparte su día a día, su profesión y perseverancia, un puente con los demás, desde su lucha y ganas de concientizar desde la inclusión. Su diagnóstico es Mucolipidosis III, que afecta a los huesos y articulaciones. En la Argentina seis personas poseen esta discapacidad, entre ellos dos personas en Monte Grande y otros tres chicos en Tucumán. «Somos la letra chica de los libros que pocos leen», sostiene. El humor es su bandera: «me ayuda a sobrellevar casi todo en la vida; la risa es sanadora y un puente que une a las personas».

Natalia Martino | Foto: Gentileza Natalia Martino

Ellas son sólo una porción de un universo infinito que lucha por la visibilización y ejecución de derechos para las personas con discapacidad. Según los datos del Censo Nacional  2010, en una de cada cinco familias hay una persona con discapacidad. Del total, el 39,5% tiene discapacidad motora, el 22%, visual, el 18% auditiva. El 15,1% restante tiene discapacidad mental. Sin contar que pasaron diez años y que actualmente no existen estadísticas accesibles.

«Aún luchamos por ser vistas, integradas, y tenidas en cuenta a nivel social, laboral y en materia de salud. Antes al ‘diferente se lo escondía’, hoy necesitamos y queremos ser vistas porque necesitamos, queremos y podemos ocupar el lugar que nos corresponde en todos los ámbitos de la sociedad y de la vida. Es cuesta arriba pero sé que lo vamos a lograr. Las mujeres con discapacidad debemos estar donde queremos estar y no al margen, donde siempre nos pusieron», añade Natalia.

Cupo laboral ya

Hoy en el país, las femeneidades cobran un 27% menos que los hombres, según las últimas estadísticas nacionales. También exigimos que la mitad de las trabajadoras en los diversos espacios sean mujeres pero ¿cuántas de ellas tienen alguna discapacidad? ¿cuál es su salario? ¿por qué se genera esta brecha de desigualdad?

«El mercado laboral de por sí es exclusivo, no sólo con las mujeres con discapacidad sino también con otras disidencias porque lleva una lógica mercantilista de personas que puedan híper producir. Hay prejuicios y falsas creencias sobre lo que necesitan las personas con discapacidad para acceder a los puestos de trabajo. Se cree que dentro de lo público y del ámbito privado, en especial las mujeres, van a necesitar cosas extraordinarias y que para los empleadores va a ser un gasto adicional que otras personas. Hay falsas creencias sobre el mayor ausentismo, acerca de la (sobre)protección de las mujeres con discapacidad porque se nos cree más débiles. Y también porque en líneas generales no se tiene en cuenta que gracias a la tecnología y a los diferentes tipos de capacitaciones hoy las personas con discapacidad podemos desempeñarnos en múltiples roles laborales», manifiesta Carolina Buceta, quien abre el panorama.

«Si contemplamos una mirada federal hay muchos accesos a capacitaciones y a la tecnología que no son iguales para todas las personas con discapacidad. En general quienes vivimos en las ciudades más grandes tenemos mayores accesos«, advierte. «De todas formas, yo siempre aclaro que es de suma importancia además del acceso la permanencia en ese puesto y que la persona con discapacidad pueda tener tareas que sean acordes a su formación académica; que pueda ser un camino de recategorización para que se cumpla el artículo 27 de la Convención Internacional sobre los derechos de las personas con Discapacidad: acceso al empleo», añade.

Carolina Buceta

«Tenemos los mismos derechos que todos y también necesitamos trabajar, porque necesitamos vivir y porque lo más sano que nos puede pasar: sentirnos útiles y productivos por nuestros propios medios. Y siendo mujer esto se intensifica ya que en muchos lugares no nos quieren contratar por temas de maternidad, lactancia y todos los derechos que estos temas implican», expresa por su parte Candelaria.

«Considero se subestima a las mujeres sólo por el hecho de serlo, tiene que ver con la concepción de un sector de la sociedad que sostiene que el hombre es el proveedor, el que lleva la comida a la mesa y la mujer es la que se tiene que quedar en la casa a limpiar, a atender al marido cuando vuelve del trabajo y criar a los hijos. También creo que por esta sociedad machista se subestima la inteligencia y las capacidades de la mujer, como si solamente el hombre pudiera ocupar cargos jerárquicos. Y respecto a las personas con discapacidad, se tiende a pensar que no pueden producir beneficios económicos, ese pensamiento se debe a la infantilización. La sociedad cree que las personas con discapacidad no tienen nada para ofrecer, justamente por esa reducción al diagnóstico. Somos personas más allá de la discapacidad, tenemos fortalezas y debilidades como todos, virtudes y defectos como todos. Si se nos brindase la oportunidad y los apoyos necesarios que cada caso requiere, los empleadores se darían cuenta que somos capaces de acceder a un puesto de trabajo y sostenerlo en el tiempo. Faltan oportunidades y sobra desinformación, prejuicios y creencias erróneas», añade por su parte Florencia, quien además se solidariza por el colectivo de personas trans, quienes piden acceso a trabajos excluyentemente de la prostitución. «Las personas travestis y trans también luchan por una ley de cupo del 4%. Desde acá los abrazo y les mando todo mi amor», expresa.

Esta infantilización que todas mencionaban corresponde a un imaginario colectivo que mira a las personas, en especial a las mujeres con discapacidad, como «seres angelados». La comunicadora, Natalia Martino lo pone en palabras: «Está instalado socialmente que las mujeres con discapacidad somos ‘angelitos de Dios’ y la realidad es que somos mujeres como cualquier otra pero que tenemos alguna dificultad. En la calle muchos nos miran, algunos sonríen y otros directamente ven con pena. Muchas veces no somos miradas como otras mujeres. Así y todo aunque te miren en la calle, no respetan la prioridad en la fila y ocupan los lugares de estacionamiento».

Cande viajando por el mundo | Foto: Gentileza suya

«Pasa y mucho. Siempre la gente te mira y te trata como si estuvieses hecha de cristal y si te miran un poquito fuerte te vayas a quebrar. No somos ángeles, no nos gustan que hagan caridad y que tampoco nos tengan lástimaNosotras también luchamos por nuestros objetivos, sueños, queremos ser amadas y queridas pero desde el amor real no desde la lástima», sostiene Candelaria Sturniolo.

  • El Estado: en materia pendiente

«Para generar igualdad en las diversas discapacidades el Estado debería generar varias acciones empezando por garantizar un sistema de salud que nos atienda y acobije y no que nos excluya como realmente pasa. Tenés una discapacidad y estás marginado en este tema, siendo que debería ser prioritario. En educación, garantizar que sea para todos, por supuesto contemplando las discapacidades que cada uno pueda llegar a tener y acompañandolos. En muchos colegios te cierran las puertas sin siquiera intentar preguntarte de qué forma te pueden ayudar. Acceso a la Educación Sexual desde la discapacidad creo que también sería algo muy bueno, para todos porque nosotros estamos inmersos en una sociedad por la que nos vemos afectados todos los días. Y además, buenas políticas y medidas en cuestiones laborales para garantizar espacios reales y oportunidades para todos», visibiliza Candelaria.

Naty Martino

Natalia añade la importancia de «ser vistas y tenidas en cuenta para poder luchar por nuestros derechos». «El Estado necesita sentarse con nosotras, las que tenemos discapacidad, para reformar la ley y saber qué necesitamos y cómo queremos vivir. Necesitamos personas con discapacidad en los cargos políticos, no puede sentarse una persona que no tenga discapacidad a legislar nuestros derechos sin antes interiorizarse con nosotras», manifiesta.

«En línea generales no se nos piensa desde el diseño de políticas públicas. Recién ahora están pensando cómo incluirnos y eso llega a destiempo en cuanto a nuestras necesidades y hace que muchas mujeres se queden afuera», denuncia la licenciada Carolina Buceta.

Si bien rige La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y uno de los organismos más interiorizados es la Agencia Nacional de Discapacidad, queda mucho por resolver: como acceso a probadores accesibles, al tránsito adaptable para que puedan circular con libertad, entre tantas cuestiones.

«Hay algunas acciones que se vienen haciendo. Entendemos que la creación del Ministerio de la Mujer, Géneros y diversidades nos va a permitir estar más visibilizadas. Tengo esperanzas de que así sea», agrega la especialista.

Para Buceta «muchas formaciones de género no contemplan a las personas con discapacidad y viceversa, muchas formaciones en discapacidad no contemplan al género». Por eso desde REDI desarrollaron la iniciativa «De ser con inclusión'», donde organizan talleres de Educación Sexual con mujeres con discapacidad con perspectiva de género, y encuentros con profesionales.

¿Querer es poder?

Existe una idea bastante generalizada a nivel social que prepondera esta frase. ¿Es realmente así? Si bien no caben dudas que el incentivo personal es un factor clave a la hora de emprender un proyecto e ir tras un objetivo, se vuelve meramente un desafío complejo ejecutarlo en una sociedad que nos demanda un bagaje de capitales y excluye a un alto porcentaje de individuos y colectivos. En otras palabras, contar con acceso a (educación, trabajo, la cultura, etc.), dinero para (viajar, autoabastecerse, costear un tratamiento), entre múltiples cuestiones.

Naty Martino es locutora y realiza shows de stand up | Foto: Gentileza Naty Martino

«Sin dudas yo creo que ‘Querer es poder’ pero a veces  no nos alcanza con ‘querer’.  Necesitamos oportunidades donde podamos demostrar que ‘queremos y podemos’, y no a todas se nos presentan. Necesitamos puertas que se abran y no que nos cierren las puertas cuando vamos con entusiasmo a golpearlas en busca de trabajo y de mejoras para nuestra vida. La inserción laboral siendo mujer y teniendo una discapacidad es sumamente difícil. Yo tengo muchas capacidades, un título terciario, soy locutora nacional y a pesar de las ganas que me desbordan, aún me cuesta tener un trabajo. Sueño con que se derriben los mitos, las trabas y nos den oportunidades concretas», asegura Natalia Martino, con un título en mano y ejerciendo en el ámbito de la comunicación con pasión.

Candelaria viaja por todo el mundo, logró romper con muchos «no» y cree en la frase pero también visibiliza que existen limitaciones de diversas índoles que no necesariamente tienen que ver con lo personal. «Nos frenan nos generan miedos e inseguridades y no nos permiten ir hacia donde quisiéramos, o cumplir el objetivo que tanto anhelamos, hablo desde mi experiencia cuando quiero algo pero algo de verdad, muevo cielo y tierra para conseguirlo, tengo mis limitaciones (que no son pocas) pero a su vez uso mis mejores armar para compensar e ir por ellos y que nada ni nadie me detenga, porque al fin y al cabo somos eso, nos movemos por propósitos, por sueños y objetivos a cumplir», sostiene.

Florencia va por una tesis y por otro título, quiere ser abogada. «Si bien he logrado a lo largo de mi vida cumplir ciertos objetivos, me quedan muchísimos más por cumplir. Creo que el ‘querer es poder’ es una mentira espantosa. Y ni hablar desde un punto de vista económico, no todas las personas con discapacidad tienen acceso a los tratamientos necesarios, por no saber que hay una ley que los ampara o porque la cobertura que tienen se niega a cubrir tal o cual cosa. Sin ir más lejos, hasta casi mis ocho años, por desconocer la existencia del Certificado Único de Discapacidad, mis papás solventaban mis tratamientos de manera particular. Mi papá trabajaba los 7  días de la semana durante 12 horas o quizás más, para poder costear de su bolsillo todo lo que yo necesitaba. Mi familia y yo vivimos en carne propia la vinculación de la discapacidad con el capital económico», señala.

Del «ideal de belleza» a la deconstrucción ¿y el «amor propio»?

Vamos a comprar ropa y los talles parecerían desconocer que los cuerpos son múltiples. Encendemos la tele (o ponemos Netflix) y tampoco aparece reflejada la diversidad.

No es una novedad que las sociedades contemporáneas y capitalistas preponderan estándares de belleza, como el conocido «90, 60, 90», y ni que hablar de los rasgos físicos. A causa de un profundo cambio estructural y del accionar de diversos colectivos y activistas, hoy las mujeres trabajamos para romper (deconstruir) esos estereotipos que tanto daño han causado y que en definitiva, no nos representan.

Esto lo analiza la comunicadora Natalia Martino. «El ideal de belleza que plantean los medios y la sociedad atraviesa a la mujer porque no llegamos a ser lo que muestran, y más nos atraviesa a las mujeres con discapacidad. Es como estar dos escalones más abajo, esmerarte, intentarlo y nunca llegar por más que quieras. Por suerte esto de a poco se va rompiendo y se ve más diversidad en muchas aéreas. Toda mujer con o sin discapacidad es valiosa sin importar el envase. Es hora de romper definitivamente con el ideal de belleza que impusieron por muchos años, que es inexistente y tanto mal nos hace a las mujeres», advierte.

Candelaria Sturniolo, en Instagram @can_world

«De pequeñas consumimos los estereotipos de belleza, la típica Barbie con su Ken, el perro y el bebé, como así también la historia de Disney de la princesa y que el príncipe azul existe y va a salvarte la vida en todos los aspectos. Estos estereotipos se fueron rompiendo a través de los años, yo soy de una generación que a lo largo de los años quedó en decisión propia tomar esos ejemplos o ir rompiendo con todas esas cadenas o estándares que te pone la sociedad y el entorno indirectamente», considera por su parte Candelaria Sturniolo.

La técnica en Recursos Humanos, Florencia Cambareri, también va a fondo con esta cuestión. «En lo personal me súper atraviesa esta cuestión. Si bien ahora las luchas están más visibilizadas y se intenta deconstruir desde muchos aspectos, a la sociedad de hoy en día le queda mucho trabajo por hacer. A mí el ideal de belleza me destruyó por completo, además de la discapacidad motriz tengo hirsutismo y estrabismo y sinceramente, la imagen que me devuelve el espejo ‘aprendí’ a despreciarla por el ideal de belleza impuesto. Pero basta de encasillarnos en ese rol. Yo estudié y estoy a punto de iniciar otra carrera para en un futuro no tener que depender de nadie», se empodera también.

Luego de una violencia estandarizada desde hace años por alcanzar los parámetros de belleza occidentales, aparece el “amor propio”, esa presión de quererse a una misma como es. Entonces en todo eso se genera una contradicción: ¿cómo hago para amarme completamente si entro a un probador y no hay ropa para mí, si no me hallo representada en las novelas ni ficciones, etc?

«No considero que el amor propio sea con una ‘presión de quererse a una misma'», opina Candelaria. «Es algo que nace o no, fluye solo, en algún momento puede suceder eso y realmente es un camino de ida, un clic interior, y es ahí cuando más poderosa te sentís por que nada ni nadie te va a parar«, asegura firme.

Florencia Cambareri | Foto: Gentileza suya.

«La sociedad hizo tanto daño que es muy difícil ejercitar el amor propio. Es como que en un abrir y cerrar de ojos, ya tenés que quererte y aceptarte como sos, y sí, claro que debemos querernos y aceptarnos como somos pero después de tantos años de bombardeos, de imposiciones y de pretensiones, no es tan sencillo de llevar a cabo, de hecho, creo que más bien es un proceso bastante largo y profundo», analiza Florencia.

«Nos criamos bajo mandatos machistas que ya no queremos ni toleramos más y también bajo modelos de belleza irreales e inalcanzables en la tv y en pasarelas y están muy lejos de las mujeres reales  y más de las mujer con discapacidad. Recién ahora se va mechando alguna que otra patología en novelas pero falta mucho porque no se incluyen a mujeres reales. No incluyen nuevas mujeres en los medios. Hay ocho mil enfermedades raras que la mayoría desconoce y que necesitamos sacar a la luz para concientizar, visibilizar, incluir e integrar», subraya Natalia.

«Querernos y quererme en mi caso y aceptarme es un trabajo arduo y diario porque lo que me devuelve el espejo, no es el estereotipo social que nos machacaron por años. La sociedad muchas veces es cruel y me llevó un tiempo entender que yo soy valiosa y única y que mi cuerpo, este envase pocket que me tocó es único y tengo mucho potencial pese a las dificultades porque me sobran son ganas y actitud», asegura.

Los testimonios de cada una de estas jóvenes, sumado a la lucha por la deconstrucción fomenta el poder querernos cada día un poquito más, que justamente, es uno de los actos más necesarios y revolucionarios que podemos dar.

Percibirse y conocerse: sexualidad y goce

El artículo 6 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad se habla de la mujer y la discapacidad, mientras que el 8 hace énfasis en que los Estados deben realizar campañas sistemáticas para derribar estereotipos sobre las personas con discapacidad. Más adelante, el 23 menciona el respeto al hogar y a la familia, y el 24  al acceso a la educación.

Desde su experiencia como tallerista en el programa de Educación Sexual Integral de la Nación, y también como mujer con una discapacidad, Carolina Buceta, trabaja por el derecho a gozar de una sexualidad plena.

«En general la sociedad no considera que una mujer con discapacidad sea deseante o deseada, se cree que tenemos una sexualidad nula o descontrolada. Cuando se piensa en derechos sexuales y reproductivos o no reproductivos justamente no se visibiliza a una mujer con discapacidad«, menciona.

Florencia Cambareri

Natalia coincide con la visión de la especialista y añade: «Claramente una mujer con discapacidad tiene los mismos deseos y ganas que otra mujer pero tal vez tiene que tener mayores recaudos a la hora de tener un encuentro íntimo».

«Todo sería más simple con la buena comunicación entre las personas, algo que no es tan sencillo de lograr claramente», interviene Candelaria. «Existen muchos tabúes desde ambas partes, desde la mujer con discapacidad como también de la sociedad en general, yo creo que ambos lados el principal motivo es la falta de ESI», expresa.

«La sociedad piensa que las personas con discapacidad no tienen deseo, son asexuadas, que no tienen sexo no sólo porque no quieren sino porque también nadie quiere tenerlo con ellas y quien sabe cuántas falacias más, creo que tiene que ver con la idea de la infantilización que mencionábamos antes. Eso invisibiliza el hecho de que hay personas con discapacidad que forman parte del colectivo LGBTIQ+. ¿Por qué a una mujer (o también a un hombre, claro) con discapacidad no le puede gustar una persona de su mismo sexo? Abran más sus cabezas, sean menos prejuiciosos y dejen que todas las personas hagan lo que quieran en su intimidad siempre y cuando prime el respeto, el consenso y el cuidado», plantea Florencia.

Luchas de hoy, y soñamos que no de mañana

«Todos los días de nuestras vidas son para luchar, por causas, por objetivos o por lo que nos veamos reflejados, desde nuestro lugar y lo que nos toca a diario, generando espacios, defenderlos a morir porque nadie nos regala nada. Capacitándonos, potenciándonos con otras mujeres aunque quizás no hagamos exactamente lo mismo pero siempre tratando de tirar para el mismo lado, siempre desde el lado del respeto. Lucho en muchas situaciones de mi vida cotidiana laborales, viajando, yendo a la cancha (amo el fútbol y voy siempre), haciendo trámites, con mi proyecto personal Can Wold (visibilizando la causa para lograr un turismo mas accesible) y contra la burocracia argentina. En la calle busco siempre decir ‘Acá estoy’, existo con mis limitaciones y diferencias en desempeño al resto pero exijo mis derechos», expresa Candelaria.

Naty Martino | Foto: Gentileza suya

«Lucho y deseo desde lo más profundo que dejen de violentarnos, de discriminarnos, de humillarnos, de denigrarnos, de discriminarnos, de maltratarnos, abusarnos, violarnos, matarnos. Basta. Basta de tanto dolor, de vivir con tanto miedo, de destrozar tantas familias. También lucho por los derechos de las personas con discapacidad y por el cumplimiento de las leyes de cupo», afirma Florencia.

«Marcho por que se cumplan los derechos de todas las mujeres, que estemos incluidas las mujeres con discapacidad. Lucho por la interrupción voluntaria del embarazo para que las mujeres con discapacidad también podamos acceder a esta práctica y decidamos sobre nuestros cuerpos, para acceder a una educación sexual integral, con múltiples formatos inclusivos para todas. Lucho por el acceso al empleo, por una Justicia con perspectiva de género y discapacidad; y por que cese la violencia», manifiesta Carolina.

Flor Cambareri | Ph: Macarena Favale

«Lucho para que todas las mujeres podamos vivir libres y sin miedo, para erradicar la violencia de género, para que se cumpla el cupo laboral, para que haya ESI en las escuelas y que el aborto sea legal, seguro y gratuito. Lucho porque las mujeres con discapacidad como yo, seamos cada vez mas visibles, libres, y tenidas en cuenta en nuestra sociedad. Para que nos den oportunidades laborales  y para que el día de mañana la inclusión y la integración sea algo común y no algo excepcional o de la boca para afuera como lo es hoy. Lucho para que el mundo se adapte a nosotras y no nosotras al mundo, que sea para todos», cierra Natalia.

Fuente: Filonews