Tras casi un año sin presencialidad, especialistas sugieren un protocolo que permita a alumnos, docentes y familias gestionar las emociones que pueden traer la vuelta a las aulas.
Especialistas en salud mental infantil sugirieron la creación de un protocolo emocional para que alumnos, docentes y familias puedan enfrentar los miedos y gestionar emociones, luego de casi un año de clases sin presencialidad.
Este «protocolo emocional» es necesario para que el miedo «no interrumpa los procesos de aprendizajes» y favorezca «el reencuentro y la resocialización de los alumnos» luego de que niños y adolescentes pasaron «muchas horas al día frente a una pantalla con hábitos y rutinas muy distintos», subrayaron los expertos.
Un estudio efectuado por Unicef, el Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco) y el gobierno porteño, a mediados del año pasado, relevó que durante el aislamiento se incrementó la irritabilidad en los niños quienes se volvieron muy dependientes de sus padres, expresando su temor de contactarse con los demás, mientras que entre los adolescentes prevalecieron las sensaciones de desánimo, baja confianza en el futuro y decaimiento afectivo.
Otros de los efectos del confinamiento y que repercutirá en la escuela es, de acuerdo con estudios de la ONU, «el 70 por ciento de los docentes tuvieron situaciones de estrés de moderado a severo en esta pandemia al enfrentar situaciones para lo cual no estaban preparados», explicó a Télam Hernán Alesandria, médico psiquiatra y fundador de la Asociación Civil Globalpsy.
«La clave está en construir espacios de bienestar: se necesita dotar de herramientas tanto a los docentes y a las familias para que puedan trabajar con los niños y adolescentes, ya sea desde la presencialidad como desde la virtualidad, en el fortalecimiento de las emociones, que puedan reconocerlas y gestionarlas», enfatizó.
«Directivos y docentes tienen que demostrar que la escuela está feliz de volver a encontrarse con ellos y eso es el principal foco, no tanto la recuperación de los aprendizajes, ya que el cerebro de un niño es muy plástico y los contenidos se vuelven a tener con práctica», precisó Marilina Rotger, profesora y especialista en neuroeducación.
Andrea Abadi, psiquiatra infanto juvenil, dijo a Télam que «lo primero que habrá que hacer es escucharlos pero tomando en cuenta que no van a poder abrazarlos como señal de contención, decirles que en la escuela están seguros y el miedo no los tiene que paralizar«.
Fuente: Filonews